Ya soy mayor
Pasaron ya
muchos años
desde que
al mundo viniera,
son muchas
las primaveras
transcurridas
desde antaño.
Sumando voy
desde entonces
cada vez
que las campanas,
colgadas de
una ventana
me llaman
con voz de bronce.
Aquel día
de febrero
llegué como
fruta en cesto,
un año que
fue bisiesto
a la casa
de un obrero.
El padre
con su trabajo
ganando pâ
las lentejas,
la madre
con sus remiendos
cosiendo
las ropas viejas.
Un año pasa
tras otro
cuan hojas
del calendario,
cubriendo
cual un sudario
las penas
de nuestros rostros.
Es como
mano que aprieta
y te saca
los lamentos,
cuando te
falta el sustento
de una
miserable dieta.
Aunque te
aprieta, no te ahoga,
cede
siempre ante el valor
que le pone
el corazón
para romper
esa soga.
Ahora que
ya soy mayor
transmitiré
mi experiencia
para que
tomen conciencia
y puedan
vivir mejor.
No es oro
lo que reluce
de todo lo
que más brilla,
apuntalo en
tu cartilla,
lo que este
viejo te dice.
Fíjate bien
en su pelo,
es blanco
como la cal,
son las
canas que se dan
de juventud
hasta viejo.
Y no
hablemos del pellejo,
la piel que
cubre su cuerpo
que no es
ya ni desde lejos
la que su
madre esculpió.
Cuál árbol
que va creciendo
si no le
pones tutor,
el tiempo
lo va doblando
sin señales
de dolor.
Quedará
todo encorbado
con sus
ramas por el suelo,
aunque no
sean de su agrado
ya no habrá
para él consuelo.
Yo les
quiero transmitir
el consejo
de un mayor
que sufrió
con su dolor
momentos de
su vivir.
José Ares Mateos (Menesteo)
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