sábado, 10 de agosto de 2024

DOCE AÑOS...UNA VIDA

 Doce años…una vida   

                                                                                            

Era un tren cansado y viejo

de una bonita estación,

partiendo con ilusión

para llevarme muy lejos.

 

Era un día de diciembre

antes que saliera el sol,

me despidió con amor

para decirme hasta siempre.

 

Con lágrimas encendidas

se rompió su corazón,

dando yo buena razón

de tan triste despedida.

 

Con un pañuelo de seda

se despidió en el andén,

viendo salir ese tren

penando porque ella queda.

 

Avanzando lentamente

hacia mi nuevo destino,

recorriendo va el camino

los vagones de mi suerte.

 

Entre vías oxidadas

avanzaba el viejo tren,

que paraba en cada andén

sin que ya los recordara.


Era ya de madrugada            

cuando llegué a mi destino,

tras un inmenso camino

saliendo desde la nada.

 

En la noche solitaria

de una ciudad y su abrigo,

yo parecía un mendigo

debajo de luminaria.

 

Amaneció la mañana

cubierta de nubes grises,

envolviendo mi alma triste

cuál redoble de campana.

 

Un imponente edificio

ante mí se presentaba,

mi destino me esperaba

para empezar con mí oficio.

 

Y llegó la primavera  

luciendo en abril y mayo,

con las flores en sus tallos,

mi cuerpo junto a tu vera. 

                                                                                  

Pusimos fecha de boda

como yo te prometí,

haciéndolas bien cumplir

cuando al fin nos llegó la hora.

 

Con ansias por ese día 

para cubrirte de amor,

tú llegabas con primor

con luces de amanecía.

 

Tú ya eres esposa mía

con la bendición de Dios,

cayendo sobre los dos

un manantial de alegría.

 

Y llegó la flor de mayo

siendo la rosa más bella,

alumbrando como estrella

cuál flor que sale del tallo.

 

Nos llegó una hermosa niña

en tierra de los abuelos,

dulce como caramelos

que a todos nos encariña

 

Asturias patria querida

tierra de mi devoción,

nos diste una nueva vida

llenándonos de ilusión.

                                                                                            

Un amor lleno de calma

es sangre sobre las venas,

amor que quita las penas

y las nostalgias del alma.

 

Eso eres tú, Asturias mía,

sangre que lleva mis venas,

que en noche de reyes dieras

las mejores alegrías.

 

Un varón con gran desvelo

vino a tú vetusto suelo,

cuál niño Jesús del cielo,

envuelto en un blanco velo.

 

Jugando por las plazuelas

se iban haciendo mayores,

entre risas y primores

y estudios en las escuelas.

 

Con la familia esperando

un traslado que no llega,

haciendo larga la espera

que estábamos deseando.

 

Nos llegó el segundo niño

una mañana de estío,

llorando con grandes bríos

con un montón de cariño. 

 

Para su hermana un juguete                                                                                      

en unos pequeños brazos,

colocado en su regazo

donde el niño se divierte.

 

Bonita como una rosa

de pasión inmaculada,

a su comunión llegaba

nuestra flor más primorosa.

 

Ermita de gran tronío

San Julián de los prados,

acogió con gran agrado

ese día, gran gentío.

 

Sus hermanos de la mano

en el día más feliz,

que en su corta vida vi

momentos más soberano.

 

El viejo tren ya no estaba

esperando en la estación,

para tan magna ocasión

del retorno que esperaba.

 

Recuerdos y sensaciones

se vinieron con nosotros

y cierto que no son pocos,

los momentos de emociones.

 

Adiós, Asturias querida,          

entre el llanto de una flor,

nuestras almas van heridas  

y cubiertas de dolor.

 

José Ares Mateo (Menesteo)

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