Las difíciles habilidades de escuchar y preguntar
Manuel
Ceferino Pérez Pérez
La
densidad humana y la sencillez expresiva con la que Ceferino explica su
pensamiento hunden sus raíces, a mi juicio, en su natural capacidad para
callar, para escuchar y para preguntar. Me llama la atención, sobre todo, la
actitud acompasada que mantiene ante el mundo y ante la vida, su serenidad
frente a los problemas y su respeto a los comportamientos coherentes. Estoy
convencido de que Ceferino piensa y habla con discreción, sobre todo, porque
sabe escuchar con atención y preguntar con respeto.
Apartado
de las vulgares ambiciones, este hombre serio y amable, profesa una honda
devoción a su familia y una inquebrantable lealtad a esos amigos comunes que me
repiten una y otra vez que es un acompañante leal y un compañero fiel que
constituye, para todos, un regalo.
Tengo
la impresión de que son escasas las personas que aceptan que escuchar es esa
tarea tan difícil que exige aprender diferentes destrezas mediante un dilatado
y costoso entrenamiento. Opino que para hablar y para expresar con palabras,
con gestos, con actitudes o con comportamientos nuestras sensaciones, nuestras
emociones o nuestras ideas y, en resumen, para exponer nuestra personal manera
de percibir y de vivir la vida y cada uno de los episodios, es imprescindible
aprender a escuchar, esa operación que implica, además de oír los sonidos o de
percibir los gestos, descifrar sus significados e identificar sus sentidos, y,
sobre todo, valorar la importancia de quien, con la mejor de sus intenciones,
nos dirige una palabra amable.
Y
es que, a mi juicio, la “amabilidad”, mucho más que una manifestación de
educación y de cortesía, es la demostración de la calidad humana y la prueba de
la autenticidad personal. Ceferino revela el equilibrio mental,
la nobleza y esas cualidades que antaño definían al “caballero” o, exactamente,
los valores opuestos a las actitudes y comportamientos de quienes presumen de malos
modos, de agresividad o de una incontrolada antipatía. Perdónenme
que les confiese que a mí me llaman la atención quienes –como Ceferino- poseen
esas habilidades que suelen pasar desapercibidas y que, en mi opinión, son muy
valiosas. Me refiero a esas personas sencillas que, sin llamar la atención
sobre ellas mismas, nos tratan de manera acogedora, cordial y amable.
José Antonio Hernández Guerrero
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