miércoles, 10 de noviembre de 2021

FALLECE EL ALCALAÍNO JUAN LEIVA SÁNCHEZ

 


Obituario

Fallece el alcalaíno Juan Leiva Sánchez

Andrés Moreno Camacho acaba de comunicarme la noticia del fallecimiento de nuestro común amigo Juan Leiva, ese hombre prudente, bondadoso y austero que ha pregonado por todas partes las raíces alcalaínas que han nutrido todas sus tareas vitales y los valores que han orientado sus diferentes servicios como sacerdote, profesor, periodista, escritor y, de manera especial, como esposo y como padre.  

Juan ha muerto como ha vivido: tratando de hacer el menor ruido posible y evitando molestar a sus alumnos, a sus compañeros y a sus amigos. Su testimonio vital, más incluso que sus medidas palabras, ha resonado en nuestras conciencias como una permanente y explícita llamada a la trascendencia y, al mismo tiempo, como una cordial invitación al cultivo de los valores humanos tan importantes como la sencillez, la laboriosidad, la alegría y la solidaridad.

Desde mi perspectiva personal, los rasgos humanos que más me han llamado la atención de este creyente profundo, han sido su invencible paciencia, su férrea disciplina y, sobre todo, su exquisita delicadeza. Enemigo del capricho, de la frivolidad y de la superficialidad tradicional, fue un hombre enraizado en las Bienaventuranzas, que creía en el Dios Padre de la ternura y de la misericordia, y que vivía con pasión la alegría del Evangelio. Era un filósofo de las cosas elementales y un maestro de la simplicidad de la vida: sus reflexiones, sus consejos, sus actitudes y sus comportamientos estaban sustentados en un fondo de honradez y en un sustrato evangélico. Ha fallecido un hombre bueno que tomó la vida plenamente en serio y que supo orientar sus esfuerzos hacia metas nobles y trascendentes. Su insaciable avidez de saber, su viva curiosidad, su amplia capacidad de silencio, su aguda facultad de escucha, su remansada delicadeza y, sobre todo, su permanente disposición de servicio, constituyen para todos nosotros una valiosa herencia. Ojalá que la memoria del ejemplo de Juan, un hombre bueno nos ayude a construir una sociedad amable y afable, capaz de acoger a todos sin distinciones, sin juicios ni condenas, que sea una casa con las puertas abiertas, donde todos podamos reconocernos como hermanos.

Ya es sabido que todos los seres vivos morimos, y también tenemos suficientes experiencias de que algunos que se nos mueren, se llevan consigo fragmentos de nuestras vidas y, por lo tanto, nos dejan más débiles, más pobres y más solos. Su muerte representa una pérdida irreparable para todos nosotros. Con María Jesús, su mujer y con Juanma, su hijo somos muchos los que sentimos una honda pena. Que descanse en paz.

 

José Antonio Hernández Guerrero


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