La
estrella de Oriente está aquí, a tu lado
Para orientarnos en los complicados caminos
de la vida diaria y para evitar los riesgos de cometer errores debemos buscar e
interpretar las señales que nos avisan de peligros y nos señalan destinos
saludables. Desde la antigüedad las estrellas eran las guías que conducían a
los navegantes y a los viajeros de los desiertos, y la Estrella de Belén fue,
según la tradición cristiana, el astro que orientó a los Reyes Magos al lugar
del nacimiento de Jesucristo.
Más allá del significado teológico, la
estrella de oriente simboliza la esperanza de superar las dificultades y de
sortear los amenazantes nubarrones que, según algunos de los pronósticos, nos
traerá el nuevo año. En mi opinión, deberíamos tener en cuenta las
recomendaciones de los profesionales que, esperanzados, nos proporcionan
orientaciones para esquivar el virus y para proteger la salud y el bienestar de
los nuestros.
En estos momentos necesitamos prestar
atención a los portadores de la estrella de la ilusión, la estrella del
“volveremos a sentirnos esperanzados”, justo en el momento que empezamos a
atisbar el fin de esta calamidad. Esta es la ocasión para fijarnos en la
estrella que guía y nos reconforta en un mundo confuso y asustado, que nos
orienta para seguir adelante disipando las penumbras de las angustias y ofreciéndonos
con su brillo y con su luz unos acicates concretos en los que aferrarnos.
En mi opinión, podríamos confiar, sobre
todo, en las personas próximas que, sin aspavientos y sin publicidad, se están
dejando la piel ayudando a los más necesitados como, por ejemplo, los sanitarios,
los miembros de ONG o de bancos de alimentos, de comedores sociales, y tantas y
tantas personas que están dando un paso al frente para que las heridas de la
pandemia sean menos dolorosas. Estoy convencido de que la Estrella de Oriente,
más que en los sermones piadosos pronunciados desde los elevados púlpitos y más
que en los mensajes paternalistas o fraternalistas transmitidos desde
confortables despachos y, por supuesto, más que en estas palabras transcritas
en periódicos, está aquí mismo, muy cerca de cada uno de nosotros, en esa
persona amable que nos ofrece una palabra cariñosa y un gesto de amistad.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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