El
pasado 12 de diciembre de 2013, estuvimos en la Casa de la Iglesia de Jerez, en
cuyo salón de actos se presentó el libro Una
comunidad andalusí olvidada. El obispado. Mozárabe asidonense, cuyos
autores son Eugenio José Vega Geán y Francisco Antonio García Romero, ambos
profesores de historia y especializados en el origen histórico de la actual
diócesis asidonense de Jerez.
Nuestro
Alcalá está presente en sus obras, como una de las comunidades cristianas
primitivas dentro de un amplísimo período, desde el año 711 hasta el 1146. El
libro deja con meridiana claridad que el caso de los mozárabes es el que mejor
caracteriza una cultura sincrética en la lengua, en la cultura y en el arte.
Tras la reconquista cristiana, Alfonso X despuebla y repuebla totalmente Jerez
con foráneos. Estos habitantes hispanomusulmanes, que salieron un siglo después
de los mozárabes constituían el ejemplo vivo de otra unión religiosa, cultural
y étnica.
Los
límites geográficos de la diócesis estaban entre dos coras o provincias
musulmanas -Sidonia y Algeciras-. Según los autores, Alcalá de los Gazules tenía
9 yacimientos hispanorromanos, de los que 6 mantienen una ocupación posterior
(Mesa del Esparragal, La Quinta, Cortijo el Tejar, Cerro de los Pájaros,
Basílica Visigoda y Dehesa del Escobar). Las dos ciudades más importantes eran
Gades y Carteia. Éstas conectaban con el interior por Lascuta y Asido
Caesarina, con preeminencia del poblamiento litoral frente al interior.
Respecto
a Medina Sidonia, fue capital política y religiosa en la etapa tardorromana y
visigoda. La ermita de los Santos Mártires está sobre una antigua villa romana
en la zona extramuros, al pie de la ciudad. Las iglesias de Medina se
convirtieron todas en mezquitas, aunque habría libertad para los cristianos
poder acudir a los cultos. Los cristianos que no querían convertirse al
islamismo podían permanecer en su religión.
Al
sur de Alcalá, en la zona del Jautor, con motivo de las obras de la autovía
Jerez-Los Barrios, se descubrió una iglesia mozárabe. Bajo las estructuras del
templo mozárabe, aparecieron restos de una villa rural romana. La planta del
templo es de forma rectangular alargada con doble ábside, único ejemplo que se
conoce hasta ahora en Andalucía. Pero muchas ermitas desaparecieron, como la
basílica visigoda de los Santos Nuevos de Alcalá, de la que sólo se conservan
unas piedras reutilizadas en el cortijo que existe actualmente.
También
se encuentran en Alcalá algunos hagiotopónimos, como Frontino (hoy nombre de un
puerto), Munt Sant (Monte Santo) y Santaolalla (Santa Eulalia), que indican una
estructura religiosa. Está atestiguado, además, que el papel de la cora de
Sidonia era notable. En cambio, la de Algeciras era mucho más modesta desde el
punto de vista contributivo.
Los
autores concluyen que, con la humilde aportación de este trabajo, solamente
pretenden hacer justicia a una mal llamada “minoría”, que en los primeros
siglos fue mayoría, un grupo humano que desapareció de nuestro suelo y quedó en
el olvido de muchos. También ellos formaron parte de Al-Ándalus y de su legado
histórico, religioso y cultural.
JUAN LEIVA
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