¿No creen ustedes que
si, además de las teorías económicas, de los adelantos científicos y de los
inventos tecnológicos, aplicáramos mejor las normas de la justicia, de la moral y de la solidaridad, se paliarían
de manera notable muchos de esos problemas que, como la miseria y
hambre,
claman al cielo y constituyen la verdadera amenaza para la paz?
A veces tratamos de tranquilizarnos
diciéndonos que somos víctimas de un proceso de transición en el que una moral
anticuada está cediendo su lugar a otra emergente, pero el hecho comprobable es
que determinadas actitudes y algunos comportamientos generalizados nos
demuestran que algunos aspiran a un modelo de vida “liberado” de cualquier
atadura moral e, incluso, jurídica. Fíjense, por ejemplo, en algunos casos de
corrupción.
Cuando oímos proclamar
con énfasis la “nueva moral”, deberíamos detenernos e indagar en los valores reales
y en los principios implícitos en los que se apoya ese “nuevo ethos”, y tratar
de descubrir si, realmente, nos hacen más humanos, más libres, más justos, más
solidarios e, incluso, más felices. En mi opinión, puede resultar suicida el
empeño de ennoblecer esta crisis presente mostrándola sólo como el conflicto
entre dos morales, la una caduca y la otra en un albor que no acaba por
florecer.
José Antonio Hernández Guerrero
0 comentarios:
Publicar un comentario