martes, 13 de enero de 2015

ANÁLISIS DEL DOMINGO - "LO DICE LA GENTE"

      
Una de las abominaciones más detestable de la sociedad actual es la abstracción. Se trata de una cobardía, de un tirar la piedra y esconder la mano, de hacer daño sin responsabilidad alguna, de ensimismarse en justicierismos imposibles. Frecuentemente, solemos oír insultos, abominaciones, corrupciones, rumores falsos, bulos y un largo etcétera…sin que nadie se haga cargo de lo dicho. Desgraciadamente, la gente está invadida de noticias falsas, de rumores, de fábulas, de trolas volanderas…  

Si a alguien se le ocurre preguntar “¿quién ha dicho eso?”, se contesta con la mayor osadía: “Lo dice la gente”. Y nos  quedamos tan pancho, porque la gente no es nadie, es una abstracción  que quiere decir demasiado y, jurídicamente, lo que prueba demasiado no prueba nada. Otra de las afirmaciones sin garantías de verdad son los rumores. El rumor es un runrún, un tole tole, un murmullo o susurro que se deja caer al oído, sin contrastar la fuente de donde se ha tomado; una noticia inconsistente, sin garantías de realidad. A final de año, algunas cadenas mediáticas se alimentan de lo que “dice la gente”.

Así encontramos noticias que  se extienden como la mancha de aceite, propagando que todos los políticos son corruptos. La corrupción es una descomposición, una putrefacción, una depravación o perversión.  Se achaca sobre todo a los políticos que tienen que administrar con estricta justicia  un dinero público aportado por el pueblo para un bien del colectivo.

La usura o granjería es otro lucro injusto, un producto o fruto del dinero entregado o de joyas valiosas  como préstamo, con intención de recuperarlo en el tiempo fijado, aportando al usurero un interés excesivo. En general, los prestamistas son confundidos con los usureros, por conseguir  fruto o ganancia de las personas menos afortunadas.

Las hipotecas bancarias conseguidas para adquirir una vivienda o un terreno huelen, asimismo, a usura, por la cantidad de plazos impuestos o  por el tiempo excesivo establecido para conseguir la propiedad.  Se dice, con mala intención, que los banqueros son todos usureros, porque abusan de la pobreza y de la debilidad económica de los más necesitados. Pero también es verdad que algunos bancos han sacado a muchas personas de situaciones difíciles para conseguir una vivienda. Sería injusto tacharlos a todos de usura.

Otra mala-intención que se utiliza por algunas personas, para hacer daño, es el insulto. Son malhablados de lengua larga que disfrutan insultando para desprestigiar al prójimo. El insulto es un agravio, una ofensa, un ultraje, una injuria que puede ser de palabra o de obra, un atropello o aplicar la ley del embudo a todo el mundo sin más. Y hay  personas difamadoras, que no les importa quitar la fama a otros, con tal de hacerles daño. Lo justifican diciendo: “Lo digo, porque sé de buena tinta que es verdad.” Pero nadie tiene derecho a quitar la fama a otro, aunque sea verdad. Si fuera mentira, sería difamar; si es verdad, es criticar y desacreditar sin motivo a personas por pura complacencia.

Actualmente, la ley exige la presunción de inocencia, es decir, que hay que respetar el tiempo que los jueces necesitan para dar la sentencia. Muchos creen que, por el mero hecho de ser imputada una persona, ya es culpable. Pero eso es difamar, denigrar, señalar a alguien con el dedo, sin tener pruebas.  Los mayores  deberíamos ser más justos al hablar del prójimo delante de los hijos, porque podemos estar enseñándoles a criticar, a difamar y a ser chafarero.
                                                                                                                                                
                                                                                                                                 
 Juan Leiva
  

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