José Ortega y Gasset
Meditaciones
Edición de Francisco
Fuster
Madrid, Hermida,
Editores, 2020
En
contra de la frecuente invitación que nos hacen algunos críticos y profesores
para que leamos muchos libros y sobre cualquier asunto, me permito decirles
-estimados amigos- que, en mi opinión, es preferible que seleccionen con esmero
las obras y, en segundo lugar, que las lean con atención, con parsimonia y
reflexivamente, y, sobre todo, que lean los libros relacionados con sus
intereses, los que tengan que ver con sus pensamientos, con sus sensaciones y
con sus sentimientos o, en resumen, con sus vidas. Sí; lean esos que les
aporten alimentos, medicinas o diversión. Teniendo en cuenta la brevedad de
nuestras vidas, es indispensable que administremos hábilmente las tareas y los
descansos. Este principio de economía vital me ha servido como criterio para
valorar la oportunidad de este libro de José Ortega y Gasset titulado Meditaciones
y publicado por Hermida Editores. Parto del supuesto de que todas las
actividades humanas poseen una esencial dimensión temporal (Kant, Hegel,
Husserl, Heidegger e, incluso, Lévinas). Por esta razón aplaudo la decisión de
la Editorial Hermida de publicar esta cuidada selección de textos extraídos de
la revista unipersonal orteguiana. Este libro de bolsillo es una herramienta
útil que nos ayuda a interpretar, a valorar, a disfrutar y, en resumen, a vivir
más conscientemente nuestras vidas.
En mi opinión, esta selección de
pensamientos tomados de El Espectador resume acertadamente ese “desbordante
caudal” de análisis con lo que Ortega nos explica “el porqué de las cosas” y
nos muestra su clara voluntad de dirigirse a un público de “amigos de mirar”, su
decisión expresa de conectar con nosotros, con los lectores a quienes nos
interesan los asuntos importantes de la vida. Pero, además, es que, como
declara Francisco Fuster, autor del imprescindible prólogo, este libro merece
ser degustado por “la brillantez de una prosa excelsa y sensual, llena de
metáforas sugerentes y de un vocabulario riquísimo, exuberante”.
En la actualidad -como en toda la
historia de la humanidad- resultan especialmente agudas, por ejemplo, las
reflexiones de Ortega sobre el peligro de la política que, concebida como “el
pensamiento útil”, puede convertirse en el imperio de la mentira. Fíjense en la
oportunidad que nos proporciona para que reflexionemos sobre la frecuencia con
la que el “progreso” se identifica con las ideas de quienes, desde las
diferentes opciones ideológicas, definen sus propuestas como “progresistas”, o para
que nos percatemos cómo los “tradicionalistas”, más que reconocer el valor del
pasado, se esfuerzan inútilmente para que siga siendo “el presente”, o cómo los
frívolos piensan que el progreso humano consiste en acumular bienes o ideas en
vez de ahondar en los “misterios cardinales” de la vida. A mi juicio, son
especialmente importantes las consideraciones sobre la necesidad de mejorar nuestras
destrezas de la lectura crítica y sobre el frecuente error en el que nosotros caemos
cuando confundimos una reseña literaria con un panegírico entusiasta o con un apasionado
aplauso. Fíjense, por ejemplo, en sus agudas elucubraciones sobre el placer
estético, el bienestar, la felicidad, la bondad, la ternura y sobre el amor.
Tras esta consideración me permito
proponer su lectura a los profesores y a los alumnos de las diferentes Ciencias
Humanas y, por supuesto, a los escritores, periodistas y lectores que necesitan
conceptos bien definidos como herramientas necesarias para descifrar, para interpretar
y para valorar la realidad social, económica, política y cultural actual.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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