Mark G. Boyer
Mi
casa, el primer lugar de oración
Madrid, Narcea
De manera diferente a las religiones
que reservan lugares y destinan tiempos para establecer contacto con sus
dioses, el cristianismo admite que cualquier sitio es adecuado y cualquier
momento es propicio para orar. Si es cierto que para rezar no necesitamos templos,
mezquitas ni sinagogas, en las circunstancias actuales en las que estamos
obligados a recluirnos en nuestros hogares, es especialmente oportuna la
lectura de este libro que nos explica cómo la casa es un lugar sagrado, un
santuario en el que Dios está vivo y activo en los objetos y en los episodios
de cada día. Empleando un lenguaje claro e intensamente expresivo, Mark G.
Boyer, sacerdote, periodista y autor de varios libros sobre ascética cristiana,
nos proporciona una amplia serie de oraciones y de meditaciones inspiradas en
los objetos corrientes de nuestros hogares.
En cada uno de sus 37 capítulos, a
partir de una cita bíblica, formula una sencilla reflexión en la que muestra
cómo Dios está presente en los diferentes espacios, objetos y actividades
domésticas. Mediante preguntas concretas, nos estimula y nos orienta a
través de unas sendas por las que
podemos escuchar la Voz de Jesús que nos llama para que lo acompañemos y para
que lo sigamos en un proceso de crecimiento espiritual. Finalmente, nos proporciona
unas ideas prácticas para que compongamos diversas fórmulas de oraciones que nos
ayuden a llevar una vida digna, esperanzada y fecunda.
Como ejemplos podemos citar cómo la
“cama” puede ser un lugar ideal para orar y reflexionar sobre nuestras vidas,
para expresar el agradecimiento y para pedir el crecimiento de la fe. Los
alimentos nos dicen que no sólo de pan vivimos, la electricidad, la silla, el
reloj, el suelo, la tinaja o las llaves nos proporcionan imágenes para que,
contemplando las situaciones vitales que cotidianamente nos encontramos,
intensifiquemos el gozo de experimentar nuestra fe. Los cables de la
electricidad y las tuberías del agua se convierten en cauces por los que corren
las invitaciones de Jesús para que seamos compasivos, y nos estimulan para que
nos convirtamos en sembradores de hermandad, para que compartamos en vez de poseer,
a sembrar y a dar vida. Y es que, efectivamente, una manera de orar es mostrar
con palabras nuestra convicción de que Jesús habita entre nosotros.
Este libro sencillo a la vez que
valioso nos ofrece una ayuda para vivir la fe, nos invita amablemente para que
nos renovemos, para que no caigamos en las tentaciones del desánimo, de la
desesperanza ni siquiera de la indiferencia sino que, asumiendo nuestra
debilidad, colaboremos con Jesús y renovemos nuestra voluntad de evitar que los
afanes se centren en aumentar los objetos o los poderes, en hacer crecer las
ganas de acompañar, ayudar, servir y amar a aquellos con los que convivimos.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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