Espinas de rosa roja
Me enamoré de una rosa,
su lindo tallo corté
del rosal donde ella estaba
luciendo cuando llegué.
Al tenerla entre mis manos
de tanto sufrir lloraba
qué, hasta mis manos llegaban
gotas de rojo carmín.
Era el llanto de la rosa
qué al tomarla para mí,
lloraba desconsolada
en aquél bello jardín,
donde lucían más rosas
con el sol del mes de abril.
A ella que tanto la quise
la maté sin darme cuenta,
cortándola de su tallo
de un jardín de cenicienta.
En mis manos tengo llagas
que no se pueden curar,
hechas fueron por el llanto
que a mis monos fue a parar.
José Ares Mateos
0 comentarios:
Publicar un comentario