domingo, 26 de julio de 2009

EVOCACIONES ALCALAÍNAS: 8.-Te vas a quedar como Almendrita

Esta evocación de Alcalá no es de la niñez, pero ha arrastrado recuerdos de aquellos años de niño en la década de 1940 en Alcalá. Ya he evocado algo de mis años de monaguillo en la Victoria con el padre Manuel. Este artículo rememora dos de las profesiones más relevantes de aquellos años, la de sochantre y organista. Sobre todo en los entierros y en las exequias parroquiales de San Jorge.

El sochantre era una especie de cantor que entonaba los motetes y salmos en las misas y oficios divinos. En los años 40, el coro casi había desaparecido, sólo actuaba en Navidad y en las fiestas de la Virgen de los Santos. En esta época, el sochantre era don Antonio Cobos, que tenía una voz gruesa, de buen bajo y de cuerdas potentes. Su voz podía más que la de todos los curas juntos. El organista era don Arsenio, un hombre culto, entendido en música, que sacaba inefables aspergios al órgano de San Jorge y, asimismo, cantaba muy bien.

La parroquia de Alcalá tenía una tradición de excelentes sochantres y organistas, ya que había llegado a contar con unos treinta beneficiados, que tenían la obligación de acudir cada día a cantar el oficio divino al coro de San Jorge. La misma fábrica del coro es ya una muestra excelente de sillería coral del siglo XVIII, realizada por Agustín de Medina y Flores. Y el órgano, un formidable mobiliario instrumental de música, hecho por Francisco Pérez de Valladolid. Ni que decir tiene que los sochantres y organistas de San Jorge habían estado a la altura de las circunstancias.

A final del siglo XIX, uno de esos sochantres había sido Antonio Periáñez Lagos, casado con Gertrudis del Manzano, ambos de Alcalá de los Gazules (Cádiz). En 1879 llegaban a El Puerto de Santa María con un sobrino, Manuel Almendra Periáñez, de 18 años y huérfano de padre y madre, y su hermana María, un año más joven que él. También les acompañaba un tío-abuelo, Francisco Periáñez Salcedo. Todos naturales de Alcalá. El tío Antonio pasó toda su vida cantando y sacó a la familia adelante actuando como sochantre en la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto. La Prioral figuraba en esa fecha entre las diez parroquias más ricas de la archidiócesis de Sevilla. Tenía, asimismo, un nutrido coro de clérigos que cantaban diariamente el oficio divino.

El 2 de junio de 1897, a las nueve de la noche, Manuel Almendra Periáñez, a los 23 años de edad y a consecuencia de una tuberculosis pulmonar, según certificó el facultativo don Lorenzo Barrios, falleció después de una cruel enfermedad de asma, que apenas pudo aliviar aspirando vapores de eucalipto. La enfermedad le impedía estar acostado, por lo que pasaba las horas y los días sentado en el cierro de la casa, número 9 de la calle de Santa Clara de la ciudad portuense, en la acera izquierda mirando desde la C/ Cielos.

El 24 de noviembre de 1996, el jerezano Enrique Pérez Fernández, profesor y escritor en El Puerto de Santa María, publicaba en el Diario de Cádiz, con el título de “Un fantasma en Santa Clara” y el subtítulo de “Te vas a quedar como Almendrita”, la curiosa anécdota que rescataba del antiguo periódico la Revista portuense.

A los dos semanas de la muerte de Manuel Almendra, el periódico la Revista Portuense, con el título “Un muerto que aparece” daba la siguiente noticia: “La fantasía popular que abulta tanto los hechos, aglomera todos los días en la calle Santa Clara un inmenso gentío que se agolpa, para ver estampado, según dicen, en un cristal de un cierro el rostro de un joven, que hace poco tiempo dejó de existir. Las comadres del barrio comentan el hecho entre la gente del pueblo, y no del pueblo por desgracia, dando carácter de verosimilitud a tan graciosa invención.”

Incrédulo, el periodista acudió aquella tarde del 16 de junio de 1897 al lugar de la supuesta aparición y, al día siguiente, publicó una crónica de lo sucedido con los datos que pudo recoger en el lugar de los hechos. Al parecer, una niña de la calle, que acostumbrada a ver sentado en el cierro a Almendra, creyó que seguía viendo su cara, una vez muerto, en un cristal del mismo. La noticia corrió por toda la ciudad, y no pasó el tiempo para que muchos portuenses acudieran a contemplar la aparición.

El periodista contaba que media ciudad desfilaba frente al cierro, hasta el punto de que quitaron la puerta de cristales, pero la gente decía que lo seguían viendo en otro cristal del mismo cierro. Incluso otros lo veían en uno de los cristales de una farola de gas próxima y permanecían allí mirándola hasta bien entrada la madrugada. El señor Periáñez se quejó amargamente de lo que ocurría, pues tenía gravemente enferma a su esposa y, a la pena de la muerte del sobrino, se unía ahora el escándalo de la gente. Pedía al alcalde que enviara a una pareja de la guardia civil para evitar lo que estaba ocurriendo.

El abogado y escritor Luis Suárez, que había conocido los hechos por su abuela materna, doña Candelaria Leal, dio otra versión del suceso en un periódico posterior titulado Cruzados, a comienzos de 1960, bajo el título de Personajes de boca en boca. Y asegura que de aquí surgió el dicho popular portuense, nacido a raíz del acontecimiento: “Te vas a quedar como Almendrita”.




JUAN LEIVA

domingo, 19 de julio de 2009

EL VENDEDOR DE LA O.N.C.E. MÁS VETERANO DE ALCALÁ DE LOS GAZULES

José Padilla San Juan, el vendedor de la O.N.C.E. más veterano de Alcalá de los Gazules, entre sus amigos Juan Sánchez Fernández y Ángel Pizarro Medina.

miércoles, 15 de julio de 2009

EVOCACIONES ALCALAÍNAS: 7.- Liria al alba

Una de las primeras aficiones que aprendían los chavales de Alcalá era la caza de pajarillos. Al alba, las aves canoras inundaban la ribera y los corrales de la Coracha. En la Coracha mucha gente criaban un par de cerdos para la matanza y tenían un gallinero para el consumo de la casa. Los pajarillos venían a proveerse de la primera comida del día y organizaban un auténtico guirigay. Con el alba, encontraban satisfecho su afán, porque los campos prodigaban semillas de todas clases. Las bandadas salían en grupo perfectamente ordenados para caer sobre las gramíneas y abastecerse. Lo hacían muy temprano, a la hora que las monjas clarisas se levantaban para la misa.

Lo difícil era levantarse a esa hora sin despertar a la familia. Francisco Almagro tenía dos hermanos, Juan y Pepe; y su amigo Gaspar, diez, cinco hermanos y cinco hermanas. Iban los domingos a ayudar la misa a las clarisas y después se bajaban al “Prao” a poner la liria para cazar pajarillos. Idearon un despertador muy doméstico y rudimentario. Francisco vivía en la esquina del callejón Osorio y tenía despertador. Gaspar no tenía despertador y vivía en la otra esquina de la calle la Amiga, frente por frente a la de Francisco. Gaspar se ataba una cuerda al tobillo con una punta. La otra punta la tenía Francisco en su cama. A las cinco y media en punto, Francisco tiraba de la cuerda y Gaspar daba un salto de la cama. Ambos se iban juntos a ayudar la misa al convento de las monjas clarisas, que era a las seis de la mañana.

Todavía el sol no había llegado al Lario cuando ya ellos estaban poniendo la liria en el “Prao”. En una lata llevaban la liria, un pegamento natural, liga de una materia viscosa blanca y de resina de los árboles. El pajarillo que ponía sus patas en la liria no podía despegarlas y agitaba desesperadamente sus alas sin conseguir liberarse. También utilizaban las perchas, costillas o cepos, pero preferían la liria. Las perchas le rompían las patas o el cuello a los pajarillos, mientras que la liria los cazaba sin hacerles daño y podían meterlos en jaulas. Y allí, los canarios, los jilgueros, los verdones y otros pajarillos aprendían a cantar muy pronto, al lado de un pajarillo canoro. En todas las casas había jaulas con aves canoras.

Las primeras horas de la mañana eran las mejores para cazar. Verdaderas bandadas de pajarillos invadían las riberas del Barbate y de los otros ríos. Los pajarillos comían, bebían y llevaban semillas en sus patas a los nidos. Era un ir y venir antes de que las calores impregnaran los rincones umbrosos. Hacían bastante daño en los sembrados. Los insecticidas, los herbicidas y los fungicidas aún no habían hecho su despiadada aparición. De manera que los pajarillos, al salir el alba, ya habían iniciado su concierto matutino.

Los chavales conocían a la perfección las especies volátiles que atravesaban los cielos de Alcalá. Las había de ciertas proporciones, como la perdiz, la oca, el pato, la paloma común y la torcaz, la tórtola, el zorzal, el estornino... Y pequeñas, como el canario, el verdón, el jilguero, la cogujá, la curruca, el pechorrubio, la colibrí, la alondra, el ruiseñor, el avefría, el cuclillo... A eso de las doce, cuando amenazaba el calor, se recogían las perchas, haciendo un manojo con los pajarillos cazados. Después, se echaba un último vistazo a las lirias y se recogían los pajarillos vivos en una jaula.

Volvían a casa con la vanagloria de la caza. Las madres los pelaban y los adobaban con “yerbas” aromáticas. El olor recorría todo el callejón Osorio y la calle la Amiga. De las cocinas del bar “Dominguito” y de la del bar “Los Panaderos” salían también olores inefables que los mayores no podían esquivar. Aquellos sabores han permanecido en las evocaciones infantiles como algo imperecedero. A veces se vuelve por Alcalá con la esperanza de encontrarlos. Y, en ocasiones, salen de alguna casa, se huele, se recuerda, se desea, pero no se cata.

Afortunadamente, de nuevo se ven los pajarillos por los campos de Alcalá, pero no son las bandadas de entonces. Y, afortunadamente también, no se matan como se hacía en aquellos tiempos, porque está prohibido, aunque de eso ya se encargan los herbicidas. La caza y la normativa moderna han conseguido erradicarlo casi todo. Los chavales ya no conviven con las aves y los animales del campo. El pueblo ya no puede cazar porque esa afición es para bolsillos más potentes. Y hasta los ciervos, los jabalíes y los conejos van por la derecha en los Alcornocales.



JUAN LEIVA

ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS SA.FA. - XVIII EXPOSICIÓN ARTÍSTICA


domingo, 12 de julio de 2009

DON JOSÉ PIZARRO TORRES

[Original Spanish]

Alcalaino. Popular Front member of the Council of Alcalá de los Gazules.

Shot in the cemetery of Algeciras, Good Friday 1937.

He was a Popular Front member of the council that was set up on 21st February 1936; the newly elected councillors could not take power until the restrictions had been lifted after the elections.

He formed part of that council, headed by Don Antonio Gallego Visglerio, a significant number of whose members would be shot. We remember the names of Andrés Jobacho Benitéz, second deputy Mayor; Domingo Ortega de la Corte; José Sandoval Moreno; Manuel Fernández Romero. The following councillors completed the council: Juan Delgado Barroso; Antonio Barea Medina; Rodgrigo Delgado Salas; Fernando Valle Ortega; Francisco Barrera Archidona; Gaspar Muñoz Márquez; Sebastián Tizón del Puerto and Francisco Domínguez López. (1)



After the coup d'état, on 22nd July, in an extraordinary urgent session presided over by the lieutenant of the Guardia Civil, and special Delegate of Civil Government, Don Manuel Martínez Pedré, the Comisión Gestora (tr - management commission) was formed, headed by Don José Fernández Montes de Oca, as president, and Don Luis Ahumada Vázquez, Don Andrés Márquez Álvarez, Don Domingo Puerto Gómez, as assistants to the Mayor, and as community representative, Don Miguel Blanco Sanchez. (2)



Doc. 1. Signature of José Pizarro Torres. Corresponding to the minutes of the session of 18th July, 1936. Said session was presided over by Domingo Ortega de la Corte, in the absence of the Mayor, Don Antonio Gallego. Both, together with the Auditor and other councillors would be arrested, moved to the prison in Medina, and shot.



Doc. 2. Written by the Provincial Instruction Court of Political Responsibilities, led by the Local Chief of FET (tr - Falange Española Tradicionalista) and JONS (tr - the fascist Falange) of Alcalá de los Gazules, in which was reiterated the request for the report asked for in writing on 11th November 1941.

Between the days of 18th and 22nd July 1936, the first arrests took place of, crucially, the Mayor, some councillors, and the Auditor. All those, as we already know, were shot along with other citizens.

José Pizarro Torres, together with his father-in-law, an old man in his 80s, hid during those first days in a garden near Alcalá.

According to testimonies collected by his own son Antonio, some undesirable who no-one wanted to identify and who was by now already dead, denounced his grandfather as a communist. The motive for the denunciation, and anything might have been counted, in this case seems to have been a court judgement that he lost concerning a cow. Which just shows the baseness and human misery which the coup shletered and empowered.

Antonio's grandfather didn't have anything to do with political responsibilities nor unions of any kind. I met Antonio Pizarro Montes de Oca, the son of José Pizarro Torres, personally a little while ago thanks to Mari Santo Delgado who introduced me to him and made it possible for me to collect his testimony. (3)

At almost seventy years of age, Antonio found out that his father had been shot, that he had been a councillor in Alcalá de los Gazules. His brother told him, perhaps because he himself was gravely ill and he felt the need to pass on "that secret to his brother". It seemed it was something that ought to happen. They never spoke about their father, his death, and the circumstances of his death. Antonio told me this with tears in his eyes at that moment, with a sadness accumulated by his brother's death, his father, his life and the ignorance and obligatory forgetting, in which he had lived for more than seventy years.


Doc. 3. A written copy from the Court of Instruction of Public Responsibilities in which was solicited a report on the accused.



Doc. 4. Written by the Local Chief of FET and that of JONS of Alcalá de los Gazules in response to the request for a report from the Provincial Judge Instructor of Political Responsibility in which it is reported that:

"that the accused appeared during the Republic affiliated to the Socialist Party, being an important member, trusted in the locality and as a representative of the party and as a member of the council during the control by the Popular Front; his activities are not known during and after the Glorious National Uprising (tr - the coup) - he went into the marxist zone at the beginning."

His testimony makes me more sure of an idea. The repression of the Franco dictatorship, its systematisation, its day-to-day reality, was honed to perfection. Testimonies, after more than seventy years are still united by fear and terror. It's clear to me that, ever more broadly, the repression from 1936 right up to the 70s, was extraordinarily effective. It convinces me that the repression in all its scope was "brutal". Fortunately, for the good of generations to come, it is becoming thoroughly well-understood.

Not only the shot, the executed, the disappeared, prison, the punishment battalions, prison slaves, humiliations, hunger, poverty... denial of the most basic rights of people to be or have been related to each other; simply to be friends was cause to be considered "reds": sons, mothers, widows, brothers, girlfriends, friends...

Antonio Pizarro Montes de Oca, son of a man shot, grandson of a prisoner, suffered together with the rest of his family a good part of that repression.

After being hidden for some days and seeing the situation around him, he chose to head for La Sauceda. He was accompanied by his old parents-in-law, his wife and children. The eldest of the boys, Pepe, 12 years old, Manuel, 6 and Juan, 3. Antonio still had not been born. His mother made the trip pregnant with him.

Doc. 5. Written from the Prison of San Simón to the Council of Alcalá de los Gazules communicating the death of prisoner José Montes de Oca and his burial in the cemetery of Pereiro, Vigo; the same communication said that 10 pesetas would be sent by postal order and that it should be given to his son Francisco Montes de Oca. Dated 16th July 1940.

Antonio says he had known after seventy years that they were in the Sauceda several weeks in the Hoyo del Moral, then they met there a family that was also going towards Málaga and they were invited to go with them together. They didn't share the road because in his father's view, going with some old people, his children and his pregnant wife, they would have slowed them down.

Days later they came across that same family shot at the foot of the road. Everyone had been shot.

In Marbella on the 15th November 1936, Antonio was born. The elder brother became ill and he would die in Alcalá.

José Pizarro Torres committed the same mistake as many other people. Once the worst was over and it was being said that nothing would happen to those who returned who hadn't committed any crime, they chose to go back.

They imprisoned him as soon as he arrived in Alcalá. His son Pepé went to visit him in prison in Alcalá accompanied by his mother. He remembered that the Guardia Civil didn't allow women to cry. They threw them out saying they should go elsewhere to cry. From that prison, the same as many others, he left never to return.

Since then we have found out that he was shot in Algeciras, in the cemetery, on Good Friday, 1937, together with other alcalainos, Richarte Huertas among them, after a pantomime summary trial. This is how it is recorded in the "History of Algeciras", Volume 2, Modern and Contemporary History:

"... in Algeciras were shot people from the area of the Comarca and in nearby towns such as Casares, Alozaina, and Alcalá de los Gazules; that was the case for dozen shot on Good Friday 1937 at 7.30pm with the processions through the street, and the Levante wind bringing the din of the discharges from the walls of the cemetery to the frightened town. Those victims were natives of La Linea de la Concepción, Banalauría, Casares, Vejer de la Frontera, Alcalá de los Gazules, and Ubrique." (4)

His name appears in connection with victims of the reprisals in Algeciras during the civil war and is archived in the Municipal Archives of the town.

Antonio says: "my mother died at ninety years of age and she died frightened because she feared the reprisals. She never told us anything of what she knew."

The widow and orphans remained in Alcalá. "The only option remaining was to put all of us into an orphanage but my mother refused. The family and relatives didn't help us. Imagine how we lived. My brother Juan at 4 years old was already in the Carrascales tending bulls and I remember that he was just six years old and was playing in the street, and my mother came with a large basket and a hoe. She said I was to go to the Corrascales to collect thistles in order to sell them the next day. (...) At eleven, I was already tending animals. I went with Pepe Reyes and I was also working like that in the marsh. They took advantage of me. I was then fourteen years old. I was paying for the shoes I had with the work. When I said I was going, I had to leave the shoes behind and come back barefoot to Alcalá."

"No school, nor anything, I didn't go. The only thing was that I was the eldest. We went to live on the little land my mother had. We had a dozen goats. I would've been fifteen years old and already we were pulling up vines on El Búho and in Summer we were going blind... In '63 we went to live in Ibiza. Some years before, my eldest sister had been to Valencia and from there went to Ibiza. My brother Pepe remembered that they said to him that he was the son of a communist."



"When the Guardia Civil was going down the lane, the uncle didn't know where to put himself. Everyone was frightened. He hid the dogs so that they wouldn't bark. My uncle died frightened. With reason, because they gave him a beating that almost killed him. In order that he would tell where his father was (my grandfather). He didn't know. That beating nearly killed him. It was the Falange or the Guardia Civil. I don't know. He was called Francisco Montes de Oca, my mother's brother. My grandfather died on the Isla de San Simón, a prisoner."


Juan Carlos Perales Pizarro

Graduate in History


Notes:
(1) Book of Minutes, Municipal Archive, Alcalá de los Gazules
(2) idem.
(3) Testimony of Antonio Pizarro Montes de Oca. Handwritten.
(4) History of Algeciras, VA Volume 2. Diputación de Cadiz, 2001
(5) Photos supplied by family
(6) Municipal Archive of Alcalá de los Gazules. Various files.



Publicado por Andrés Moreno Comacho
Traducido por Bob Lloyd

miércoles, 8 de julio de 2009

EVOCACIONES ALCALAÍNAS: 6.- La muerte en cajas blancas

Tenía unos ocho años. Era la posguerra, aquellos años de la hambruna, la década de los 40. Alcalá tenía por aquellos años unos 12.000 habitantes. Pero moría mucha gente, sobre todo niños, y muchos jóvenes no volvieron de la guerra. Los estragos del hambre se ensañaba en los más débiles. Escaseaban los alimentos de primera necesidad. El contrabando y el estraperlo hacían su agosto. Y los sueldos de espárragos, de tagarninas y de la caza furtiva salvaban a muchas familias. Otras tuvieron que emigrar.

Un día le dijo su padre: “Me ha preguntado el padre Manuel si te gustaría ser monaguillo de la Victoria con Manolo Mancilla.” “¡Claro!”, le contestó. “Con Manolo iría a cualquier parte y lo de monaguillo también me gusta.” El padre Manuel sabía lo que le proponía. Por tanto, tendrían que presentarse en la Victoria por la tarde, a la hora del Rosario. La Victoria está a dos pasos de la calle la Amiga, donde él vivía; y de la calle Real, donde vivía Manolo.

El cura era un hombre bueno y joven, aunque su gordura le hacía aparecer mayor. Regentaba la iglesia de la Victoria, antiguo convento de los padres Mínimos, fundados por San Francisco de Paula, ermitaño italiano del siglo XV. El padre Manuel era muy tímido y la gente decía que no predicaba porque le daba miedo equivocarse. Una vez lo obligó a predicar la Hermandad del Nazareno y el buen cura, antes de subir al púlpito, temblaba y sudaba como un condenado.

Se llamaba Manuel Cid Benítez y vivía en las habitaciones del “claustro alto” de la Victoria, con su hermano Pepe Cid y su cuñada. Creo que era natural de Alcalá, pues la gente lo trataba con gran confianza. Las habitaciones del “claustro bajo” las utilizaba para reuniones de Acción Católica. Los arcos del claustro estaban cubiertos de madreselvas y enredaderas. En casi todos los pueblos de Andalucía había un convento de frailes victorios. Decían que el convento de la Victoria de Alcalá, en el siglo XVIII, llegó a tener cerca de treinta frailes. La fama de santo de su fundador había corrido por toda Italia, Francia y España y le seguían muchos jóvenes. Pero la desamortización del ministro Mendizábal en el siglo XIX, cerró todos los conventos que tuvieran menos de 11 frailes.

A la hora del Rosario, ya estaban ellos allí. El padre Manuel les dio un librito para que aprendieran las contestaciones de la misa en latín. Introibo ad altarem Dei./ Ad Deum qui laetificat juventutem meam. Era difícil para ellos, pero le preguntaban la pronunciación, continuamente, al padre Manuel. A la semana, casi lo sabían. A los pocos días, les anunció que aquella tarde, a las 6, habría un entierro. Era un acontecimiento para ellos. Se vistieron con la sotana roja, el roquete blanco y la esclavina “colorá”. El padre Manuel con su sotana negra, roquete blanco, estola y capa negra. Manolo llevaba el hisopo y el cuenco del agua bendita; él, el incensario y la naveta. Esperaron en la puerta de la Victoria.

De pronto, vieron bajar una comitiva que venía de la calle “Los Pozos”. Un hombre traía una caja blanca, que no mediría un metro, en los brazos, acompañado de un grupo de vecinos. Lloraba y prorrumpía lamentos con el nombre del niño. La gente lo acompañaba en absoluto silencio. Las mujeres no asistían a los entierros, se quedaban en la casa acompañadas de las vecinas y rezaban. Era una estampa paradójica ver a un hombre de campo, fuerte y curtido, llorando como un niño, con una caja blanca en los brazos.

Desde aquel día, observó que los entierros de niños eran muy frecuentes. Todo lo contrario de lo que sucede hoy. Algunos niños morían en el parto; otros, de la hambruna; los más, de la enfermedad de la tuberculosis. El remedio de la penicilina, descubierto por Alexander Fleming en 1929, todavía no había llegado a España. Los entierros de niños le sorprendían, porque no se explicaba que muriera un niño de hambre o de tuberculosis o que un hombre llorara.

El padre Manuel le dio una bendición y presidió la comitiva con la cruz y los monaguillos. De vez en cuando, cantaba unos latinajos, mientras subían a la Parroquia de San Jorge. En la Plaza Alta despedía el clero y el duelo. Tomaron el sendero que conducía al cementerio. Era un camino de tierra señalizado por dos hileras de moreras. Los familiares presenciaban el enterramiento y el enterrador lo colocaba en un nicho o en el suelo, según las posibilidades de la familia. Decían que la caja se quedaba allí, pero que el alma del niño se iba a la gloria.



JUAN LEIVA

martes, 7 de julio de 2009

Segundo Concurso de Cante Flamenco - Carmen de la Jara



Carmen de la Jara cantando en el Centro Cultural de Santo Domingo, el viernes 4 julio 2009.


Video por Claire Lloyd

sábado, 4 de julio de 2009

DON JOSÉ PIZARRO TORRES

Alcalaíno. Concejal del Frente Popular del Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules.

Fusilado en el cementerio de Algeciras, el Viernes Santo de 1937.

Fue concejal por el Frente Popular en la Corporación que se constituyó el 21 de febrero de 1936, tras la desaparición de las causas que habían motivado la suspensión de la toma de posesión de los concejales vencedores tras las últimas elecciones municipales.
Forma parte de aquella corporación, encabezada por Don Antonio Gallego Visglerio, cuyos componentes en un número muy significativo serían fusilados. Recordemos los nombres de Andrés Jobacho Benítez, 2º Teniente alcalde; Domingo Ortega de la Corte; José Sandoval Moreno; Manuel Fernández Romero. Completaban la corporación los siguientes concejales: Juan Delgado Barroso; Antonio Barea Medina; Rodrigo Delgado Salas; Fernando Valle Ortega; Francisco Barrera Archidona; Gaspar Muñoz Márquez; Sebastián Tizón del Puerto y Francisco Domínguez López. (1)


Tras el Golpe de Estado, el día 22 de julio, en sesión extraordinaria y urgente y presidida por el Teniente de la Guardia Civil y Delegado especial del Gobierno Civil, Don Manuel Martínez Pedré, se constituye la Comisión Gestora, encabezada por Don José Fernández Montes de Oca, como Presidente y los señores Don Luis Ahumada Vázquez, Don Andrés Márquez Álvarez, Don Domingo Puerto Gómez, como tenientes de Alcaldes y como síndico, Don Miguel Blanco Sánchez. (2)


Doc. 1. Firma de José Pizarro Torres. Corresponde al acta de la sesión del 18 de julio de 1936. Dicha sesión fue presidida por Domingo Ortega de la Corte, por ausencia del Alcalde. Don Antonio Gallego. Ambos, junto al Interventor y algunos concejales más serían detenidos, trasladados a la cárcel de Medina y fusilados.


Doc. 2. Escrito del Juzgado Instructor Provincial de Responsabilidades Políticas, dirigido al Jefe Local de FET y de las JONS de Alcalá de los Gazules, en el que se reitera la petición del informe solicitado en escrito de fecha de 11 de noviembre de 1941.

Entre los días 18 y 22 se producen las primeras detenciones del alcalde, algunos concejales, el interventor, fundamentalmente. Todos estos como ya conocemos serían fusilados, además de otros ciudadanos.
José Pizarro Torres, junto a su suegro, un anciano octogenario, se esconde durante estos primeros días en una huerta cercana a Alcalá
Según testimonios recogido de su propio hijo Antonio, un indeseable, de quien no quiso decir su nombre y que está ya muerto, denunció a su abuelo como comunista. Los motivos de la denuncia, cualquier asunto hubiera sido válido, en esta caso, parece ser un juicio que perdió sobre una vaca, solo demuestran la bajeza y la miseria humana, a las que el golpe de estado amparó y potenció.
El abuelo de Antonio no tenía relación, ni responsabilidades políticas, ni sindicales de ningún tipo.
A Antonio Pizarro Montes de Oca, hijo de José Pizarro Torres, lo conocí personalmente hace muy poco tiempo, gracias a Mari Santo Delgado, quien me lo presentó e hizo posible que recogiera sus testimonios. (3)
Con casi sesenta años, Antonio, se enteró que su padre había sido fusilado, que había sido concejal de Alcalá de los Gazules. Se lo contaba su hermano, quizás porque estando gravemente enfermo sentía la necesidad de contar “aquel secreto a su hermano”. Algo parecido debió suceder. Nunca se había hablado de su padre, de su muerte, de las circunstancias de su muerte. Me contaba Antonio este momento con lágrimas en los ojos, con una tristeza acumulada por su hermano muerto, su padre, su vida y la ignorancia y el olvido obligados en el que había vivido durante más de sesenta años.


Doc. 3. Copia de escrito de Juzgado Instructor de Responsabilidades Públicas en el que se solicita informe del inculpado.


Doc. 4. Escrito del Jefe Local de FET y de las JONS de Alcalá de los Gazules, en respuesta a petición de informe del Juez Instructor Provincial de Responsabilidades Políticas, en el que se informa de “que el inculpado figuró durante la República afiliado al Partido Socialista, siendo elemento destacado del mismo y de confianza en esta localidad y como representante del mismo fue concejal del ayuntamiento durante el dominio del Frente Popular, ignorando su actuación durante y después del Glorioso Alzamiento Nacional ya que éste se internó en zona marxista al iniciarse el mismo”.

Su testimonio me fortalece una idea aún más si cabe. La represión de la dictadura de Franco, su sistematización, su día a día, ha rozado la perfección. Testimonios, tras más de setenta años, aún van unidos al miedo y al terror. Me fortalece la idea, cada vez más extendida, de que la represión a partir de 1936 y hasta bien entrados los años sesenta fue eficazmente extraordinaria. Me fortalece la idea de que la represión en todos sus ámbitos fue “bestial”. Y, afortunadamente, para bien de las generaciones venideras, se va conociendo en profundidad. No sólo fusilados, ejecutados, desaparecidos, cárcel, batallones de castigos, presos esclavos, humillaciones, hambre, miseria... negación de los derechos más básicos de las personas por ser o haber sido familiar o simplemente amigos de los considerados como rojos: hijos, madres, viudas, hermanos, novias, amigos...
Antonio Pizarro Montes de Oca, hijo de fusilado, nieto de encarcelado, sufrió junto al resto de su familia una buena parte de esta represión.
Tras estar escondidos algunos días y viendo la situación como se estaba presentando, José Pizarro Torres opta por la marcha hacia la Sauceda. Acompañado por sus ancianos suegros, su mujer e hijos se marcha. El mayor de los hijos, Pepe, con unos doce años; Manuel, con seis y Juan, con tres. Antonio, aún no había nacido. Su madre hizo el camino de la marcha estando embarazada de él.


Doc. 5. Escrito de la Cárcel de San Simón al Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules comunicando la muerte del Penado José Montes de Oca y su enterramiento en el cementerio de Pereiro, Vigo; así mismo se comunica que se enviará por giro postal 10 ptas. Para que sean entregada a su hijo Francisco Montes de Oca. Fecha 16 de julio de 1940.
Cuenta Antonio, lo ha sabido tras sesenta años, que estuvieron en la Sauceda varias semanas, en el Hoyo del Moral, que allí se encontraron con otra familia que también iban hacia Málaga y que le invitaron a que marcharan juntos. No compartieron el camino, al considerar su padre, que al ir con unos ancianos, sus hijos y su mujer embarazada tendrían que ir más lentamente. Días después se encontrarían a la misma familia fusilada al pie del camino. Lo había fusilado a todos.
En Marbella, el 15 de noviembre de 1936, nació Antonio. El hermano mayor enfermó. Moriría en Alcalá.
José Pizarro Torres cometería el mismo error que otros muchas personas. Una vez pasado “lo gordo” como así lo manifestaba y haciendo caso de que los que volvieran y no habían cometido delito alguno, nada les pasaría, optó por volver a Alcalá.
Lo encarcelan nada más llegar a Alcalá. Su hijo Pepe iba a visitarlo a la cárcel de Alcalá, acompañando a la madre. Recordaba cómo la Guardia Civil no permitía que las mujeres lloraran. Les echaban diciéndoles que fueran a otro lugar a llorar. De ahí, al igual que muchos otros, salió para no volver jamás.
Posteriormente, hemos conocido que fue fusilado en Algeciras, en el cementerio, el viernes santo de 1937 junto a otros alcalaínos, Richarte Huertas entre ellos, tras una pantomima de juicio sumarísimo. Así es recogido en “Historia de Algeciras”, en el tomo II, correspondiente a la Historia Moderna y Contemporánea.
“.... en Algeciras se fusilaron personas avecindadas en la Comarca y en poblaciones cercanas tales como Casares, Alozaina y Alcalá de los Gazules; ese fue el caso de la docena de fusilados el Viernes Santo del 37, a las 7,30 de la tarde, con las procesiones en la calle y el viento de levante trayendo el estruendo de las descargas desde las tapias del cementerio a una población sobrecogida. Esas víctimas eran naturales de La Línea de la Concepción, Banalauría, Casares, Vejer de la Frontera, Alcalá de los Gazules y Ubrique”.(4)
Su nombre aparece en la relación de represaliados en Algeciras durante la guerra civil y archivado en el Archivo Municipal de la citada ciudad.
Cuenta Antonio: “mi madre murió con noventa años y murió asustada. Ella nunca nos contó nada, porque temía a las represalias. Nunca nos contó nada de lo que sabía”
Viuda y huérfanos quedan en Alcalá. “La única opción que le quedaba era internarnos a todos en el orfanato, a lo que mi madre se niega. La familia y los parientes no nos ayudan. Imagínate cómo vivíamos. Mi hermano Juan con cuatro años ya estaba en los Carrascales guardando toros y yo me acuerdo que tendría unos seis añillos y estaba jugando en las calles y venía mi madre con un canasto y un escardillo y me decía que me fuera a los Carrascales a coger tagarninas para venderlas al otro día (...) Con once años ya guardaba yo animales, me fui con Pepe Reyes. Trabajé también por ahí por el pantano. Abusaban de mí. Yo tenía catorce años. Los zapatos que tenía los pagaba con el trabajo. Cuando dije que me iba tuve que dejar los zapatos y venirme descalzo para Alcalá”.
“...ni escuela ni nada, yo no fui. El único que tuvo fue el mayor. Nos fuimos a vivir a las tierrecillas que mi madre tenía. Teníamos una docenilla de cabras. Yo tendría quince años y ya arrancábamos cepas en el Búho y en el verano nos íbamos a cegar (...) Sobre el 63 nos fuimos a vivir a Ibiza. Unos años antes, mi hermano el mayor se había ido a Valencia y de allí a Ibiza. Mi hermano Pepe recordaba que a él le decían que era hijo de comunista”

“.... cuando pasaba la guardia civil por el carril, mi tío no sabía donde meterse. Todo el mundo asustado. Escondía los perros para que no ladrasen. Mi tío murió asustado. Con razón, porque le pegaron una paliza que por poco lo matan. Para que dijera donde estaba su padre (mi abuelo). No lo sabía. Casi lo matan de la paliza. Sería la falange o la guardia civil. No lo sé. Se llamaba Francisco Montes de Oca, Hermano de mi madre. Mi abuelo murió en la Isla de San Simón, preso.”.

Juan Carlos Perales Pizarro
Licenciado en Historia

Notas:
1. Libro de Actas. Archivo Municipal Alcalá Gazules.
2. idem
3. Testimonios de Antonio Pizarro Montes de Oca. En cursiva.
4. Historia de Algeciras. VV.AA Tomo II. Diputación Provincial de Cádiz. 2001
5. Fotos cedidas por la familia.
6. Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules. Legajos varios

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