miércoles, 28 de julio de 2010

EVOCACIONES ALCALAÍNAS


46.- ALCALÁ, PUERTA DE LOS ALCORNOCALES


Hacia la mitad de la autovía de Jerez-Los Barrios, se encuentra el antiguo cortijo de la Palmosa. El nombre se debe a una de las plantas más abundantes en los ejidos de Alcalá, el palmito, única palma indígena mediterránea. Es muy abundante en los matorrales desde el nivel del mar a los 1.000 metros de altitud. Forma grandes masas casi puras, aunque suele asociarse con el lentisco, la coscoja y la retama.

Por aquellos años, labraba las tierras del cortijo de la Palmosa Curro Sánchez con sus hijos. Allí vivía don Guillermo “el Médico”, pero una tarde nos enteramos de que lo habían matado. Un grupo de chavales salimos corriendo y llegamos jadeantes a La Palmosa, esperando ver a don Guillermo en un charco de sangre. Pero la Guardia Civil rodeaba el cortijo y nos obligó a volver a Alcalá. Aquellos niños conservarían en la memoria el acontecimiento, pero nunca pudieron saber por qué lo habían matado ni quién había sido el autor del crimen.

El caserío actual se conserva tal como lo conocí en aquella época. Se sitúa sobre una colina desde donde se divisa el embalse del río Barbate, con los afluentes, arroyos y regatos que engrosan sus aguas: Detrás se alza, de forma majestuosa, la sierra del Aljibe con más de mil metros de altura y, a sus pies, el Parque Natural de los Alcornocales. Una buena parte de La Palmosa, desde hace unos años, se ha convertido en un Parque industrial, un surtidor de gasolina y el Hotel-Restaurante “Los Corzos”, referente y descansadero de autobuses, camioneros y automovilistas que hacen la ruta Jerez-Los Barrios.

Frente al Hotel “Los Corzos”, en el inicio de la carretera de Benalup, se encuentra el CEDEFO (Centro de Desarrollo Forestal) del Parque Natural de Los Alcornocales. Un helicóptero y varias maquinarias pesadas están vigilantes de cualquier incidente que pueda poner en peligro la flora y fauna del Parque. Un equipo de guardas forestales y piquetes de trabajadores se encargan de sofocar los incendios y demás accidentes medio-ambientales.

Desde Benamahoma hasta Tarifa, en sentido vertical, y desde Alcalá hasta Jimena, en sentido horizontal, se extiende una formidable alfombra verde que ocupa dieciséis municipios –quince de la provincia de Cádiz y uno de la de Málaga-; es decir, más de ciento setenta mil hectáreas de extensión. Desde Alfonso X el Sabio, hasta el año 2010, es el Parque Natural mejor conservado de España; un milagro de la Naturaleza. Al otro lado de la carretera, otro milagro: el Santuario de la Virgen de los Santos.

Conforme se viene de Jerez de la Frontera, hacia la mitad del corredor verde entre las dos bahías, se encuentra el municipio de Alcalá de los Gazules, corazón del Parque, centro de la provincia de Cádiz y puerta principal de Los Alcornocales. Cuando Federico García Lorca descubrió nuestro pueblo, dijo en 1924: “Yo que soy andaluz y requeteandaluz, suspiro por Málaga, por Córdoba, por Sanlúcar la Mayor, por Algeciras, por Cádiz auténtico y entonado, por Alcalá de los Gazules, por lo que es íntimamente andaluz.

En la actualidad, Los Alcornocales es un espacio protegido desde 1989, el tercero más extenso de Andalucía, lindando al Norte con el Parque Natural “Sierra de Grazalema”; al Sur, con el Parque natural del Estrecho; y al Oeste, con la comarca de la Janda. Sus sierras abruptas y sus fuertes pendientes tienen su máxima altura en el pico del Aljibe con 1092 metros. De sus 172.000 hectáreas, Alcalá aporta la parte más amplia, el 20 por ciento de su extensión. Le han llamado “Selva Ibérica” y “Selva Primitiva”. Y no es un topónimo caprichoso, porque sus espesos bosques de alcornoques, de quejigos y de acebuches; las galerías de canutos, valles fluviales y arboledas; los escarpados sistemas de lajas y herrizas y los bujeos, campiñas y vegas organizan una formidable combinación que dan lugar al más variado mosaico de verdores. De ahí, sus paisajes sublimes dominados desde las alturas.

Así se explica que, desde hace miles de años, “el Hombre” habitara la zona. Venían de África, atravesaban el Estrecho y repostaban avituallamiento en Gibraltar. Seguían por el corredor verde hasta dar con el famoso territorio de Los Alcornocales. Eran cazadores y recolectores. Casi podríamos reproducir hoy su alimentación con las frutas, vegetales y animales alcornocaleños: madroños, moras, peruetinas, escaramujos, murtas, majoletos; setas, bulbos, tallos de zarza, de esparragueras, de cardos, de tagarninas, de verdolagas y otras verduras silvestres; huevos de aves y carne de animales capturados en la caza. Su riquísima gastronomía autóctona sigue presente aún.

Abrieron rutas desde la selva hasta los ríos y las zonas costeras. Y así surgieron caminos entre los valles, vaguadas, puertos y pasos en los accidentes geográficos. Esa formidable malla reticular la han seguido otros pueblos para la colonización y el comercio, con rutas prehistóricas, vías romanas, cañadas, cordeles, veredas, caminos de guerra, caminos rurales, caminos de herradura, sendas, carreteras y las recientes autovías. De ahí, su orografía formidable para el senderismo, el piragüismo, la bicicleta de montaña, las rutas a caballo, las escaladas, los descensos de cañones...

Alcalá de los Gazules es el municipio privilegiado de los Alcornocales, donde hemos tenido la suerte de nacer. Su trayectoria histórica está integrada en la Andalucía a la que pertenecemos y en la España pletórica de culturas de la que formamos parte. La poblaron, desde hace varios milenios, grupos del Paleolítico y del Neolítico: fenicios, griegos, turdetanos y romanos; visigodos, árabes, castellanos y andaluces. Su población ha tenido momentos muy distintos, con períodos exuberantes que alcanzaron casi los 15.000 habitantes; y etapas débiles en las que quedaron reducidos a un tercio, con 5.000 habitantes, como sucede en la actualidad.

No obstante, se conservan en el entorno de la ciudad, los testimonios garantes de sus momentos más espléndidos: la Laja de los Hierros, en la finca “Monte Bajo”, junto al río Álamo, relacionados con las pinturas del cercano “Tajo de las Figuras”, y otras pinturas y grabados del Mediterráneo oriental. Las tumbas antropomorfas que abundan por distintos puntos del término municipal. El yacimiento romano de la Mesa del Esparragal, en la carretera Alcalá-San José del Valle. El asentamiento fenicio y romano donde apareció el “Bronce de Lascuta”, ocupada hoy por una torre visigoda construida con restos romanos abundantes en la explanada. Y ya, dentro de la primitiva ciudad, lo que en la época romana debió ser la “Turris Lascutana”, se sitúan los “Depósitos romanos de la Salada”, junto a la fuente del mismo nombre y a la vía que se conoce popularmente por “La Calzada”. Los dos depósitos datan del siglo II a.C. y son, junto con los arcos de triunfo y el basamento, restos de un templo dedicado a la divinidad del manantial hoy desaparecido. Y, siempre, como telón de fondo, el Parque paradisíaco de los Alcornocales, conservado en la actualidad y defendido de las plagas actuales. Próximamente, entraremos en él.


JUAN LEIVA

viernes, 23 de julio de 2010

Memories of Alcalá 42: Alcalá and the Cinema

Spanish original

The first film I ever saw in my life,  in 1940, was a Mexican production shown at the Gazul Cinema de Alcalá. I believe the title was “I met you to the sound of the marimba”, a Mexican song which served as the theme to the film. The marimba was a cross between a traditional African drum and a xylophone used by the Indians of Central America, which supplied the rhythm for the primitive natives' dances. “I met you ...” was a simple love story. At the age of eight, peeping at a Mexican romantic film was an event which awoke my childish curiosity like nothing had done before. With the arrival of the moralina [Franco's moralising censorship], children were barred from seeing certain films and that spoilt the party rather.

The cinema had arrived in Alcalá in 1928, in the century following its invention, as in the majority of Spanish towns. Before the end of the 19th Century there had been many experimental attempts in Europe and the United States to capture photographically the movement of rigid figures, i.e. cinematography. But it was Edison who, in 1893, invented a camera with a roll of film to be seen using an apparatus called a “kinetoscope”. Later, in France, the Lumiere brothers invented the cinematograph, which projected the film onto a screen.

The first films were short, ingenuous and silent, but in France there rapidly appeared films like “Cinderella” (1900) and “Journey to the Moon” (1902). In 1911 “Quo Vadis” appeared, which took up nine rolls and lasted more than two hours. The cinema achieved its deep sense of humanity with the figure of Charlie Chaplin - “Charlot” - author, actor and director, who artistically combined the grotesque and the sentimental of the human persona. But it was in 1920 when the cinema came of age with sound cinematography for the masses.

According to our fellow-countryman Juan Manuel Muñoz, the first cinema in Alcalá was the Gazul Cinema, constructed by Antonio Serrano in 1928. It was run by Dominguito Romero Valdivia and had a single projector. Ownership subsequently passed to Francisco Caro. The cinema was situated on the main road near the Electricity Works, on the site where the Transportes Comes bus garage was later constructed. The cinema was a big chamber divided into two areas – a patio with wooden seats for the elderly and the well-to-do, and a tiered gallery for the hordes of children and the general public. The walls were lined with cork to contain the sound, and it smelt of burnt cork.

The cinema immediately became one of the wonders of the world. To go to the cinema was, for all Alcala's children at that time, essential entertainment on Sundays and festival days. Occasionally it led to disappointment because a film was flagged as unsuitable for children and we couldn't see it. Censorship in general was expounded by the young people of Catholic Action in the patio of la Victoria, where they had their meetings. At that time, moralina affected everybody, including children.

Nevertheless the cinema was always full, because there was no other diversion to compete with it. We bought our admission, some hazelnuts and pipas [sunflower seeds] and lined up ready to be first in and occupy the best seats in the gallery. During the film's projection the only additional sound was the crunching of pipas. The show was usually quite short, an hour and a half including the NO-DO1 review and the interval. We came out with frightened eyes and a headful of fantasies. When the film was over we would go the Paseo de la Playa and play chase with the girls. The Playa was a delight which used up all our time on Sundays until the lights went out.

I didn't know any other cinema in Alcalá but that one. In 1944 I moved to Jerez with my family and the cinematic panorama changed. We went to Villamarta, a splendid theatre where they showed the latest releases. According to J.M. Muñoz, in the summer of 1946, the Cine España opened in Alcala's old bullring, known as “Paco Gallego's”, which lasted until 1950. It was run by Andrés Pastor, the ticket-seller was Encarna Martos, and the projectionist, Eloy Cerejido. The brothers Gabriel and Francisco Almagro acquired bits of damaged film from Cerejido and shared the “little squares” with their mates like precious treasure.

They also say that on a plot of ground on the Santo Domingo hill, where the supermarket is now, another open-air cinema opened, as well as the two mentioned above. It was known as the Cine Canuto [tube] because of its narrow configuration.

Muñoz describes how, with the closing of the Cine España, José Maria Sánchez bought the equipment and opened the Cine Maravillas in the patio of his family home. It ran from 1953 till 1960, with Eloy Cerejido as projectionist. The ticket-seller was his daughter Pilar, and Francisco Jara, Andrés Armario and Francisco Almagro took turns on the door.

1957 saw the opening of the Cine Andalucía on the Santo Domingo Hill. For the first time Alcalá had a cinema with two projectors, to avoid interrupting the film while the reels were changed. In addition, it had the special glasses you wore to watch films made in CinemaScope2. The projectionist was Juan José Pérez Benitez, assisted by Manolo García Pazos and Manuel Cabrera Toro. The ticket-seller was María Guillén and the doormen were Manolo “Finisterre” and José “El Pelúo”. The Cine Andalucia was maintained until 1970, when it was leased to a company in Los Barrios, closing its doors a few years later.

It still stands there today, proudly bearing its name “Cine Andalucia”, the place on Santo Domingo hill where the best films of the 1970s were shown in Alcalá. Television put an end to the cinemas when the small screen was introduced into everyone's home. Nevertheless in the big cities the cinemas have stayed open, because the new releases with their movie stars are highly valuedby the public.

JUAN LEIVA
Translated by Claire Lloyd



Notes
1. The colloquial name for Noticiarios y Documentales, (News and Documentaries), A state-controlled series of cinema newsreels.
2. Films in this format were shot using anamorphic lenses to produce an image almost twice was wide as the standard format. They were produced between 1953 and 1967 when the format was made obsolete by technological developments.

martes, 20 de julio de 2010

Memories of Alcalá 41: Summer fires

Spanish original

Summer was the season the children of Alcalá looked forward to most. This was not because the schools were closed, nor because we could sleep in, nor because we could play endlessly; quite the opposite. It was because we could get up earlier, because we felt more free and because we could run all round the nooks and crannies of the Barrio Alto [top part of the town] and the countryside around Alcalá. Nothing escaped us, we heard all the news good and bad. Everyone was busy with the harvest and we could do whatever we fancied, from 21 June until the autumn, the Indian summer or Michaelmas, when we went back to school again.

On 24 June, the Fiesta de San Juan, they used to make a big bonfire in the top square and many people would turn up to watch the young men jumping over the flames. The children went too, and sat in the front row, but we weren't allowed to take part because it was too dangerous. Some young men used a pole to vault high in the air, but others did it unaided and landed on the edge of the fire. I never found out the origin or significance of this tradition, but I remember vividly the astonishing dexterity displayed by the young men.

I still retain the memories of those sun-flooded summers, of freedom and of the water in the pools of the River Barbate. And of those nocturnal fires in the Alcalá fields, crawling like snakes across the stubble. Most of them occurred in June, July and August. It was natural, because in those days existed the bad practice of burning the stubble to prepare the fields before the first rains. The main places for fires were the stubble-fields, the pastures and the woodland.

From the Alameda the stubble-fields in flames offered a Dantesque spectacle, with formidable bonfires competing to burn the straw left over from the harvest. The worst thing that could happen was the arrival of the Levante [east wind]. Then the flames spread beyond their limits and nobody could control them. The Council put notices in the bars asking people to take the greatest care, but rarely a year passed when there was no complaint about uncontrolled fires.

There were also fires in the pastures. Their origins were more difficult to detect, because they could be caused in many ways. It could be an electrical spark from a summer storm, or bottles abandoned in full sun, or the revenge of some arsonist because he couldn't go and gather wild asparagus or snails, ending up with a terrible fire. And it was made worse when the resin of the tree branches in the pastures caught light, fuelling the flames.

The biggest disasters came when a fire started in the woods of the Alcornocales. It was a genuine inferno, against which it was very difficult to fight. In those days we didn't have the necessary equipment to overcome a forest fire. The consequences were terrible for plantations which had taken many years to maintain and convert into splendid groves of trees. And above all, what suffered most was the ecosystem, where the richest fauna lived with the support and protection of the very special flora. The fire reduced it all to ashes, ruining both the animal and the plant life.


Our fellow-countryman, José Luis Blanco Romero, has proposed a number of reasons why these fires occurred so frequently. Firstly, there were those who thought that more fires would mean more fire-fighting reserves and consequently more work; then there were the careless innocents who went out on Sundays and left campfires unextinguished or glass uncollected; disputes over the rights of property ownership; leaks from old machinery which spat fire; faults in electricity conductors; gangs who started fires to draw the attention of the State security forces while they smuggled contraband or drugs; property speculators hoping to overcome the urbanization rules …

Fortunately, public administration these days has created the forest firefighters, organised in teams of reserves and equipped with the most advanced tools to overcome the conflagrations. On the way into Alcalá, in the place called “Conservación del Parque de los Alcornocales”, the reserves are posted ready to go out immediately a fire is detected; helicopters, heavy machinery and fire engines are always ready to go and put out the fire in record time. More than 2,400 km of drovers' trails and other tracks facilitate their arrival at any point in the seventeen municipalities of the Natural Park.

JUAN LEIVA
Translated by Claire Lloyd

sábado, 17 de julio de 2010

VIII ENCUENTRO DE FÚTBOL DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS DEL "CONVENTO"

El ocho de Agosto de 2009 a las 19:00 horas, celebramos el VII Encuentro de Fútbol en el Campo Municipal de Deportes "El Prao". Nuestro seleccionador Santiago Fernández González "Santi", ayaudado por José Luis Fernández Serrano, configuró los dos equipos que iban a disputar el partido, que fue dedicado a José María Moreno Macías. En el campo se formó un pasillo con los dos equipos por el que José María accedió al terreno de juego escoltado por los capitanes de ambos equipos Francisco García Estévez y Andrés Romero Torres. El homenajeado fue recibido con una gran ovación por todos los asistentes.
Disputaron el encuentro Coplaga contra Antiguos Alumnos Sa.Fa. Por Coplaga jugaron Francisco García Sánchez "Nene", Rogelio Chica Márquez, José María Martínez Infante, Tino Suárez Ríos, José del Río Mora, Manuel Rodríguez García "Regaliz", Francisco Camacho, Andrés Romero Torres, Antonio Manuel Mansilla Romero, Carlos Marange Piñero, Sergio Vergés Pascual, José Casasayas Vidal y Xavi Vergés.
Por los Antiguos Alumnos Sa.Fa.: Antonio Cobos Torres, Manuel Vázquez de la Jara, Ramón Martínez, José Vicente García Velázquez, José María Moreno Macías, José Gutiérrez Fernández, Mario Fernández González, Francisco García Estévez, Juan Romero Bermejo "Juanini", Alfonso Montes de Oca Rojas, Pedro Carrasco Macho y José Camacho Candón.
Arbitró el encuentro Juan García Macías.
Este año 2010 vamos a celebrar el VIII Encuentro el sábado 21 de Agosto a las 19:00 horas, en el Campo Municipal de Deportes "El Prao", de nuestra Ciudad. Hacemos un llamamiento a todos los Antiguos Alumnos del "Convento" para que vayan a presenciar este encuentro.

jueves, 15 de julio de 2010

Memories of Alcalá 40: Cork

Spanish original and photos

The children of Alcalá grew up surrounded by cork, that protective skin which makes the alcornoque [cork-oak] such a special tree. In any house cork would be present as an essential part of daily life and used in many different ways: baskets for keeping bread; washboards - large, curved pieces of cork to scrub clothes on; cork boards put in front of the table or the bed to keep in the heat, or in front of the fire to catch the sparks; lids for jars, bottles and jugs; thin layers of cork for packaging; toys and balls for children to play with; cork wall linings to soundproof rooms; pistol shot for children's toy guns; lifebelts for learning to swim; all kinds of floats to hold up the fishing nets used by the tuna fleets, and a thousand other uses.

Later, in the 1940s, my eldest brother Cristóbal worked as an administrator in the Town Hall in Jerez. He was away from home for a period and we all wanted him to come back, to see what he would bring for us. He was entrusted to go with an engineer and some teams of cork-workers into the Montes de Propios Jerezanos [a range of hills east of Jerez] near El Jautor and Puerto Galis, to harvest the cork. I believe he went as an administrator and accountant. The whole of the Alcornocales Park, from the beginning of June till the end of August, was on the move. When he returned he brought us younger children some curiosities from the hills. They were figures made from the roots and branches of the cork-oaks themselves, made into fanciful shapes for our amusement.

The cork-oak, because of its protective cork layer, is different from trees in general. As such it is appreciated for its many ecological values and for its role in life, culture and the economy over a wide area and timespan. It is a Mediterranean tree, whose forests extend into Portugal, Spain, Morocco and Algeria. It can be said with a certain pride that the heart of these forests is the Alcornocales National Park, at the centre of which is Alcalá de los Gazules. Certainly in ancient times the Egyptians, Greeks and Roman used these trees to make ships, household items, amphoras, funeral urns and other receptacles.  But it was the 17th Century which saw the splendid marriage between cork and wine, thanks to the French monk D. Pierre Perignon.

It is an ingenious process which begins with the cork harvest, uniting the culture and economy of the towns in the Park. When the teams are ready they go out into the cork groves to collect the precious slabs. The cork lorries bring the raw material to the processing plants within the Park. Once it is off the tree, it is stored over the summer on patios, from where it is taken to the tanks to be boiled, which improves its elasticity and increases the quality, leaving behind any impurities in the boiling water. It is then scraped and trimmed, and with considerable skill the selector or pajolí weighs and grades the boards, classifying them according to thickness and quality.

The final stage is the pressing and baling, where the cork is packed up ready for other industrial processes, unfortunately far from the Alcornocales Natural Park. Its principal destiny is the wine industry. That is where it becomes part of the “essential ritual” in the opening of a good bottle. It imports a unique character, adding nobility and distinction to the finest wines, such is the guarantee and confidence that accompanies it.

Other industrial uses are panelling, handicrafts, insulation, floor coverings, fabrics, accessories for the automobile and aerospace industries, furniture … It would be good if some of these could be produced by a range of craft workshops in the Park itself. This is one of the main challenges for the Alcornocales.

As I spoke previously [Memories 39] of the muleteers and charcoal lorries, we must now speak about the muleteers and the cork lorries. The planks of cork were collected up by the arrecogeores, while the rajador split the large planks into a size usable by the industry. When they had been put into piles, the arrieros would arrive with their mules and load up the baskets. And off would go the mules with the lad towards the patio, where the pesaor and apuntaor would be waiting to weigh and value the cork, using a tripod scale with balance and plate. These were the fieles, people trusted by the owner and the buyer. Then it only remained for the lorries to be loaded up with their spectacular cargoes and leave the farms to go to the factories. It looked impossible that they would reach their destination without the planks falling off, but the cargaores knew what they were doing. The paths into Alcalá then became like a watercolour picture, with the strings of beasts coming in from the patios.  And the roads resembled an oil painting, with lorries loaded impossibly high.

Luis Romero Acedo, President of the Rural Development Group [GDR], says that “with the arrival of the warm May weather, in the towns of the Alcornocales, can be heard the rumble of the approaching cork harvest. It is the preparation for the hand-to-hand combat about to take place in the nearby hills. The teams are being formed, with the foreman looking for the best men, repairing the kit and getting supplies together. The animals are checked out and the axes sharpened. The countryside is in sight, the deals have been made and the trees are waiting up there in the rugged hills.”

JUAN LEIVA
Translated by Claire Lloyd

Unas fotos de Alcalá, con música de Alejandro Sanz

miércoles, 14 de julio de 2010

EVOCACIONES ALCALAÍNAS

46.- ARTESANOS DE ALCALÁ


En aquellos años, en Alcalá abundaban los artesanos. Todavía hoy quedan algunas personas que por inclinación y gusto ejercen la artesanía. Lo hacen, más que para vivir de ella, para solazarse y ejercer su creatividad. El artesanado era la clase social constituido por los artesanos, personas que ejercitaban un oficio, actividad industrial o arte. En la actualidad, se distinguen con este nombre los que fabrican por su cuenta objetos domésticos o los que les imprimen un sello personal a diferencia de los en serie.

Entre todos ellos destacan los maestros carpinteros, que venían a ser los más necesarios, tanto para la construcción de viviendas, como para la fabricación de mobiliario. Instrumentos para la labranza y carros y carretas para el transporte. Dicen que el primer rayo de inteligencia de los homínidos no vino por el cerebro, sino por las manos. Por eso, los carpinteros eran personas bien consideradas por todos, no sólo por su arte especial para transformar la madera, sino por el desarrollo de su inteligencia.

El elenco de artesanos y profesiones de Alcalá lo elaboró, hace ya algunos años, nuestro paisano Juan Romero Mejías. Reconocemos su esfuerzo y aportación para evocar a los artesanos y a todas aquellas personas que se dedicaron a profesiones y actividades artesanales. No obstante, hemos añadido algunas que han acudido a nuestra memoria.

Aechador.- El aechador o ahechador era un trabajador agrícola que aventaba, limpiaba con harnero o cribaba el grano trillado; es decir, un hombre especializado en limpiar las mieses, cereales y legumbres secas. Cuenta Romero Mejías que había una familia en Alcalá, apellidada “Perea”, que se dedicaba en la recolección a esta tarea. Vivía en la plaza del Collado o sus alrededores. Pero, en general, en todos los cortijos tenían un aechador.

Afilador.- El afilador era un artesano que, sirviéndose de una muela accionada mediante un pedal o mecánicamente, afilaba los útiles o utensilios cortantes o punzantes. Su presencia en el pueblo era inconfundible. Venía en bicicleta y tocaba una flauta en forma de petaca, pasándola por los labios varias veces y haciendo sonar su escala musical. Inmediatamente, aparecían las amas de casa y rodeaban al afilador con sus cuchillos, tijeras y utensilios cortantes. Esta profesión no existía en Alcalá, pero venía con frecuencia Emilio Gallego, un afilador que hacía elrecorrido de Alcalá-

Paterna-Medina-Benalup-Alcalá. La tertulia de afilador y su clientela femenina constituía una estampa costumbrista de aquellos tiempos.

Aguador.- Hasta la década de los 40, el agua la distribuían una serie de personas que tenían el oficio de llevar y vender agua. La transportaban en unos borriquillos con un serón para cuatro cántaros. Según Sánchez del Arco, en Alcalá había varias fuentes, donde se surtían los aguadores: Los pozos de arriba, de en medio y de abajo; lafuente de la Alameda, en la salida de la calle Los Pozos; la de las Viñas, en la vereda del valle; la del Pilar del valle inmediata a la anterior; la del Rabilero en el arroyo de Lerma, y la fuente de la Salada en la cuesta del mismo nombre. Los aguadores eran tan populares que Velázquez le dedicó su mejor lienzo de la época sevillana del pintor, titulado “El aguador de Sevilla”.

La primera aguada de Alcalá surge en 1877, con las aguas potables del nacimiento de los Regajales. Las obras fueron proyectadas por don Salvador Cerón y ejecutadas por don Guillermo Cooke. El propietario de las aguas era don Pedro Montes de Oca. El agua corriente no llegó a Alcalá hasta la década del 40; concretamente, en 1942. Se procedió a la canalización de las aguas procedentes del Chorreadero hasta la Ciudad. Se recogían en dos depósitos construidos sobre los restos del castillo.

Aparadores.- Los “aparadores” eran escasos y existían en distintos gremios: en zapatería, los que cosían las diferentes partes o piezas que integraban un modelo o tipo de calzado; en carpintería, los que igualaban con la azuela tablas o tablones enlazados, para que el conjunto formara una sola pieza; en agricultura, los que daban la segunda labor de arado a los campos cuando las plantas se encuentran ya algo crecidas. Según J. Romero Mejías, sólo había una zapatería en Alcalá que aparaba artísticamente el calzado, la de Sebastiana Reyes Quirós, a la que él llamaba “Tía Sebastiana”, por ser prima de su madre. Debía ser una extraordinaria profesional, ya que zapaterías acreditadas en Cádiz y Algeciras le encargaban trabajos a medida.

Arrieros.- La palabra “arriero” es originaria de “arre”, expresión popular que utilizaban los que trajinaban con las bestias de carga.De ahí surgió también “arriería”, oficio de los arrieros. Antonio Machado decía: “Con sus machos,/abrumados de capachos/van gañanes y arrieros.” Las veredas, cañadas y caminos de Alcalá fueron abiertos por los arrieros en su necesidad de acortar caminos. Tienen siglos de existencia y están llenos de aventuras y sucesos. Romero Mejías dice: “Hay que dar gracias a Dios, por la desaparición de este desgraciado gremio, la dedicación más cruel, sufrida, penosa y esclavizada que existía. Trabajaban más de quince horas diarias, sin descanso semanal ni festivo, sin vacaciones; nada de nada.”

Barberos.- Uno de los gremios más populares y a bundante era el de barbero. Tienen por oficio afeitar y cortar los cabellos. A través de los tiempos ha tenido muchos sinónimos: rapabarbas, rapador, rapista, Fígaro y, el más refinado, peluquero. Por aquellos años, el barbero hacía de sacamuelas y de sangrista. Los mismos médicos dejaban en manos de los barberos algunas actividades poco peligrosas. Eran corrientes los cortes que aquellas viejas navajas producían. Pero los barberos tenían piedras y minerales para cortar la sangre y otros pequeños accidentes. Según Romero Mejías, los barberos más antiguos de Alcalá eran Maestro Mediano, Bartolo, Juan Caballero, Siles, Cabrera, Vallejo, Piñero, Salcedo, hermanos Valle, Moragas, Juanito y Manolo “El Confitero”, que emigró a Barbate. Era normal que estas profesiones fueran heredadas por hijos y nietos.

Basurero.- El nombre se emplea para la persona que recoge la basura y para topónimo del lugar donde se recoge la basura. Que yo recuerde, en Alcalá sólo había un basurero, Antonio Rengel, que daba un repaso al pueblo cada cierto tiempo, acompañado del carrillo y de la escoba que él mismo hacía de retamas. Limpiaba, sobre todo, los sitios más frecuentados. En realidad, la limpieza de las calles la realizaban las vecinas, que tenían a gala tenerlas tan limpias como patenas y tan blancas como el alba. Nunca me quedé con el nombre del basurero, porque todo el mundo lo denominaba por el oficio.

Caleros.- La calera era la cantera que daba piedra caliza. Los términos de Alcalá eran muy ricos en caleras. Tenían un horno donde se calcinaba la piedra. Calero era la persona que extraía la piedra para extraer la cal y el que la quemaba en la calera. Todo el mundo utilizaba la cal para blanquear las casas y los patios de flores. Pero decían que la cal tenía otra propiedad; era antiséptica, porque desinfectaba los lugares donde se aplicaba. En aquellos tiempos de epidemias contagiosas, hasta las iglesias de piedra se encalaban para proteger a las personas de enfermedades. La ruta de los pueblos blancos, en la serranía gaditana, se ufana de irradiar destellos de rayos solares al reflejarse sobre las paredes. Pero, sin duda, el más blanco en su casco antiguo es Alcalá. Y debería seguir siéndolo en el futuro.

Canillero.- Eran las personas que tenían por oficio hacer canillas para sacar el líquido de la cuba o del barril. Romero Mejías dice que había una persona en Alcalá, llamado José Montes de Oca, “Pepe Canilla”, que se dedicaba a este oficio y vendía las canillas en Jerez, en Chiclana, en El Puerto y en toda la zona vinatera del marco. Tenía gran habilidad para hacer estos instrumentos en madera de abedul, hirviéndola en anilina para darle un aspecto similar a la caoba, dejándole sólo en su color de la madera la llave de la canilla. El utensilio es hasta el presente el más indicado desalojar el vino de los barriles y de las cubas.

Carboneros.- El tema del carbón y los carboneros lo hemos tratado con más amplitud en la evocación nº 39. No obstante, recordamos que había muchos en Alcalá, porque constituía una fuente de trabajo durante los meses más escasos de actividad laboral. Era, además el único combustible doméstico al alcance de todas las familias, que Alcalá exportaba incluso a la Bahía gaditana. Los más conocidos eran “Los Cantúos”, “Los Roncos”, “Los Tuburones”, “Los Perol”, “Los Tizón”, “Los Petronilos” y “Los Mena”.

Carpintero basto.- El carpintero basto era imprescindible para un pueblo agrícola y ganadero como Alcalá. Fabricaban carros, carretas, bandejas y otros aperos de labranza como arados, yugos, bieldos, angarillas, parihuelas, andoques

, aguaderas, vigas y suelos... y todo en madera autóctona de Alcalá. La carpintería es el taller o lugar donde trabaja el carpintero. Había también carpinteros de blanco, que hacían mesas, bancos, sillas, pupitres... Y carpinteros de ribera o calafate, que trabajaba la madera para hacer barcas, calafatear junturas y reparar naves de poca monta. Romero Mejías recuerda a los Hermanos Barea –José y Juan-, con taller en la calle de la Salada, cerca de la fuente. Por los campos trabajaban Duarte, Blanco, Lozano y otros.

Carpintero fino o ebanista.- El ebanista es un carpintero fino, o sea, de trabajos delicados. Trabajaba en su taller o ebanistería, donde tenía sus variadísimas herramientas, instrumentos esenciales para sus trabajos. El nombre viene de un árbol llamado “ébano”, estimado por su madera rara y preciosa, que se empleaba antiguamente para mobiliario y objetos de lujo. En el Renacimiento y el Barroco eran frecuentes los muebles enchapados en ébano, sobre todo escritorios y bargueños (mueble de muchos cajones adornados con figuras). Eran famososen Alcalá los Hermanos Barea, José y Juan y Francisco Díaz Rodríguez. De Cádiz y de Jerez venían anticuarios buscando muebles de ebanistas antiguos, los cuales tenían gran valor.

Carreteros.- Los carpinteros dedicados a fabricar carretas, carros, bandejas y remolques de tiro animal se denominaban carreteros. Actualmente han desaparecido, porque se construyen en talleres dedicados a construir vehículos de transporte y automoción. Romero Mejías recuerda a Juan Rodríguez Romero que tenía cuatro carros dedicados al transporte entre Alcalá y Cádiz, que conducían cada uno de sus hijos. Había otros, como los de Cristobalina Pacheco, García, Capacha, Torres (Penita), Juan González (Parrita) y otros. El último carretero que conoció fue Jeromo, un hombre pintoresco y una gran persona.

Cedaceros.- El oficio de cedacero era un auténtico arte. Un buen cedazo era fundamental para una buena criba. En el pueblo ostentaba esta artesanía “Joselito el Ceacero”, el único que quedaba –dice Romero Mejías-. Tenía el taller en la calle Nuestra Señora de los Santos, frente a la Talabartería que había más abajo del café Arroyo. Iniciaba su labor seando y curtiendo la piel de cabra, que utilizaba para la malla del futuro cedazo o criba. Una vez seca, la “calaba”, más o menos tupida, según el grano a que iba destinada. El calado lo hacía sin molde ni plantilla, sólo utilizando su imaginación y su destreza. Configuraba dibujos artísticos, que representaba soles, estrellas y otras figuras, utilizando el botador y un martillo sobre un tronco de madera que le servía de banco de trabajo.

Dornillero.- El dornillero era el que hacía dornillos. El dornillo era una especie de hortera o escudilla de palo, de cuya madera salía el dornajo para hacer el gazpacho. En las cuadrillas de trabajadores del campo, se le daba también el nombre de dornillero al encargado de hacer el gazpacho. En Alcalá, el dornillo sigue teniendo vigencia tanto en verano, para el gazpacho fresco, como en otras épocas del año, para el gazpacho caliente. De ahí que todavía hay excelentes dornilleros en Alcalá.

Escobero.- Los escoberos eran personas que se dedicaban a hacer y vender escobas. En cualquier campo de Alcalá se encontraba excelente materia prima para hacerlas: palmas, ramas flexibles o de diversos filamentos, que se ataban al extremo de un palo o caña. Tenían poco valor y casi todo el mundo sabía hacer y vender una escoba. Había muchos tipos de escoba, pero las dos más utilizadas eran la casera y la de caballeriza, que se hacía con ramas de tamujo. Había un hombre mayor, soltero, bajito y de pelo rubio que le pedía permiso al padre Manuel par

a irse a Santo Domingo a hacer escobas. El padre Manuel siempre se lo concedía, porque era el único trabajo que podía hacer.

Esquilador.- Es la persona que esquila, es decir, que corta el pelo, vellón o lana de los animales en el esquiladero. Después la estibaban, es decir, la apretaban y ensacaban. Esquila era la campanilla que llevaban los animales para que no se perdieran. En Alcalá es curioso que el único esquilador que había le llamaban “El Raspa”. Era un auténtico artista y le gustaba dibujar figuras ingeniosas – peces, aves, lunas- con gran habilidad en la culata de las caballerías.

Estibador.- Es la persona que estiba, o sea, que ordena, aprieta y ensaca las cosas para empaquetarlas, cargarlas y transportarlas. La estibadora es el aparato que permite colocar cargas de formas regulares, unas encimas de otras o en varios niveles. En el nº 44 de personas populares de Alcalá destacamos a Pantaoveja y Virulento, que eran dos forzados estibadores que tenían fama y gran popularidad. Trabajaban como bestias y comían como animales.

Forjadores o herreros.- Son personas que se dedican a la forja de metales, dando forma a los calentados al rojo mediante martillos y prensas. Romero Mejías distingue dos talleres importantes y tres excelentes artistas forjadores en aquel Alcalá: Juan José, su hermano Manolito y José Gutiérrez. Juan José se ubicaba en el callejó

n de la Herrá, donde estaba el bar “Las Tres Salidas”; y el segundo, en Santo Domingo, donde estuvo el “Vigonia”. Asegura que los trabajos en forja eran auténticas obras de arte, así como las herramientas agrícolas que hacían, potentes y duraderas. Juan José era el padre del “Lili”, y Manolito, el de Juan Panera. Existió una fragua de gitanos cuyo patriarca era Sebastián Monge “El Cuco”, situada en la calle de La Salada, cerca de la fuente. Trabajaban trevedes, parrillas, anafes, badilas, tenacillas, zoletas y escardillos. Añade Romero Mejías que, al morir “El Cuco”, su hijo Sebastián se quedó con la fragua, y Antonio se fue a San Fernando donde lo continuó. De allí saldría el mundialmente conocido “Camarón de la Isla”.

Herradores.- Son las personas que tienen por oficio herrar animales cuadrúpedos. Tenían gran importancia cuando los vehículos de personas y transportes eran de tracción animal. Ellos mismos fabricaban las herraduras y las acomodaban a las pezuñas de los caballos, mulas, bueyes, asnos... De ahí surgieron los caminos llamados de herradura. En Alcalá había dos herrerías, la del Maestro Cerdero y la de Antonio Romero. Ambas formaron buenos oficiales que continuaron y aún viven algunos en pueblos vecinos. La profesión va en decadencia, pero se mantiene en el Ejército y en las yeguadas de cuadras de raza.

Hojalateros o lateros.- Hojalateros había muchos en Alcalá. Eran personas que se dedicaban a hacer piezas de hojalata. Eran muy comunes tener en las casas jarrillos de mano o jarro de lata con una cogida para beber agua, tomar café ycualquier otra bebida. Eran muy útiles, hasta el punto que había un dicho popular que decía: “Eres más apañao que un jarrillo de lata”. Pero los hojalateros se dedicaban sobre todo a elaborar medidas de capacidad: litro, medios, cuartillos y panillas; cántaras para la leche y aceiteras, embudos y arcuzas. Eran célebres dos hermanos hojalateros, Alfonso y Pepe. El último fue Ramón “El Latero”, a quien Francisco Gil García le dedicó un hermoso poema, con motivo de su muerte. Y Rosi, que dedicaba a restañar las roturas para evitar las salidas de los líquidos.

Hortelanos.- Son personas que tienen por oficio cuidar y cultivar huertas. A. Machado diría: “Hortelano es mi amante,/tiene su huerto/ en la tierra de Soria.” De huerto se deriva hortaliza, verduras y demás plantas comestibles que se cu

ltivan en las huertas. Son excelentes fuentes de minerales y vitaminas. Romero Mejías dice que en Alcalá había muchas huertas: Chica, En medio, Sargento, Grande, Canto, Quiñónez, María la Viuda, Gallo, Muñoz, Simón, Delgado...Todas ellas situadas en la ribera del Rocinejo. Además, estaban las del Esparragal, Chorradero, Azuda, Los Regajales y Salada. Pero había muchos más hortelanos: “Joselito el de Petra”, Hormigo, Los Hermanos Portugueses, Correro, Hita, Vitorio Páez, Grimaldi, Pizarro, Simón... En cualquier rincón se apañaba un huertecillo. También había muchos huertos: el de Esquivias, Barroso, Pico del Campo, Pepe Luis, Grimaldi, Pizarro, Sandoval, Pepe Domínguez, Leveque, Garrobo, Cementerio, Egido del jefe, del Zurdo, del Pozo Abajo y Matagatos.

Lañador.- Este oficio no existía en Alcalá pero, cada cierto tiempo, aparecía un hombre forastero, al que llamaban “el lañador” y que se anunciaba mediante una trompetilla. Se dedicaba a componer con lañas (grapas) recipientes de loza o de barro cocido. En todas las casas había muchos de estos recipientes: tinajas, cántaros, botijos, soperas, ensaladeras, vasos... Los trozos rotos quedaban perfectamente unidos con las lañas, sin que disimularan las uniones.

Molineros de Aceitunas.- Molineros, en general, eran las personas que tenían a su cargo un molino o que trabajaban en él. Las fábricas o molinos de aceite eran los que convertían las aceitunas en el precioso óleo. Según Romero Mejías, el más antiguo de Alcalá era el de “El Chirri”, que trabajaba en el molino de Pajarete. Otros molinos eran el de los Frailes y el de Serrano en Cabeza Redonda. Posteriormente, se abrieron los de Agustín Pérez Macías y el de Pepe Romero Romero, en la zona conocida por Caracena.

Molineros de Trigo.- Molineros de trigo había muchos: el de la familia de la Jara, el de Alex, la de Acedo, Patricio, Benítez –conocido por el Zorro-, Romero, Ordóñez, hermanos Ruiz –Calores-. Y molinos muchos más: Perdido, Nuevo, Halcón, Cárdenas, El Acebuchal, El Nogal, El Olivar, Castro Arriba, Castro Abajo, La Milneta, Los Espartiores o Repartidores, El Canto, La Chiva, La Llave, La Manecha, San Jorge, San Francisco y El Prado. Más modernamente, se montó la Fábrica Nuestra Señora de los Santos y el de los Hermanos Romero en el Prado. En tiempos de sementera, molían también, granos para las yuntas.

Parederos.- Eran hombres que se dedicabana hacer paredes de piedras secas para marcar las lindes de los campos. Dice Romero Mejías que esta especialidad la cultivaba una familia de apellido Delgado, padre de Delgado Carrasco, colaborador de “Apuntes Históricos de Alcalá.” También Gabriel Camacho Pérez, con sus hijos Juan y Antonio, abuelo y tíos de Andrés Moreno Camacho.

Parteras.- Eran mujeres que tenían por inclinación y práctica asistir a las parturientas. Su asistencia era muy solicitada, ya que era de toda importancia para las familias. En Alcalá, en mis tiempos, sólo había una, doña María Ulloa. La gente la respetaba como si tuviera manos de santa. Por añadidura, tenía mucha experiencia, lo hacía muy bien y era generosa. Casi medio pueblo había pasado por las manos de doña María. Se le dedicó el rótulo de una calle para agradecer su entrega a esta humanitaria actividad.

Piareros.- Cuando no había medios de locomoción. Por aquella época, había dos piareros: uno era Antonio Lozano, y otro, un tratante a quien llamaban “El Pichorto”. El ganado se trasladaba a pie por las veredas de la carne o vías pecuarias. Desde Alcalá, llegaban a Jerez, a Sevilla y hasta Valencia. Uno de los marchantes más importantes era Cucarella, un valenciano que se afincó después en la provincia.

Poceros.- Eran hombres que se dedicaban a hacer pozos, limpiarlos o trabajar en ellos. Había que tener cierta intuición para detectar las capas freáticas y dar con el agua. Algunas personas tenían esa habilidad y se valían pertrechados de un péndulo que se movía cuando descubría una vena de agua. Hacían el pozo exactame

nte donde se encontraba el agua. Estos trabajos los realizaban dos hermanos que se apellidaban Armario y le decían “Los Canarios”. Se dedicaban también a hacer ladrillos.

Practicantes.- Los practicantes eran personas que, por su experiencia e inclinación, ponían inyecciones a los enfermos y aconsejaban algunos remedios y medicinas en los accidentes o dolencias de poca importancia. De ahí le venía el nombre, como sucedió con “las parteras”. Después llegó a ser una profesión y había que pasar por un examen para ejercer esta actividad. Entonces se llamó ATS (Asistente Técnico Sanitario); después se llamaron, simplemente, “Enfermeros”; y ahora se llaman DUE (Diplomado Universitario de Enfermería). Uno de los más conocidos de aquella época era Don Narciso, que fue muchos años ATS de Alcalá. Después pasó a su hijo Juan Romero Herrera. Ambos eran excelentes profesionales y habría que decir que curaban más con su palabra que con medicinas. Además de la técnica, utilizaban “los avisos”, casa por casa, para prevenir más que para curar. Su visita daba esperanza, confianza en la medicina aconsejada y fe en la Virgen de los Santos. Ambos ya han muerto, pero permanecen en la memoria del pueblo de Alcalá.

Romaneros.- El romanero era el fiel de romana, tipo de balanza de brazos desiguales. Estos hombres hacían romana, es decir, equilibraban o contrapesaban una cosa con otra. Había uno en Alcalá de apellido Márquez que, según Romero Mejías, provenía de los Márquez actuales de Alcalá. La romana acompañaba a casi todos los vendedores. Hoy ha desaparecido, porque hay medidas más cómoda y fiel para averiguar los pesos.

Segadores.- Eran las personas que tenían por oficio segar los cereales. Se sabía que había llegado el momento de la siega cuando el grano ya no se aplasta al apretarlo entre los dedos. García Lorca decía: “No hay alegría como la de los campos en esta época. Ayer de mañana llegaron los segadores.” Cuando la mies estaba en su punto, allá por junio, llegaban los portugueses a los campos de la campiña deJerez. Pero en Alcalá abundaban los buenos segadores y tenían tarea para un par de meses. Hoy las máquinas segadoras hacen a un tiempo la siega y los acondicionamientos de los forrajes.

Silleros.- Se dedicaban a hacer, vender o arreglar sillas. En Alcalá había dos hermanos que se apellidaban Atienza y vivían en la calle de Enmedio, donde tenían también el taller. Hacían sillas y taburetes con madera de adelfa y los asientos de anea. Actualmente, ha desaparecido esta profesión, porque las fábricas las hacer con mayor rapidez y menos trabajo.

Talabarteros.- Eran las personas que fabricaban guarniciones para caballerías y reparaban almohadillas para silletas, rodilleras, cabestros de cuero, guías, cinturones... En Alcalá había tres, aunque derivaron a guarnicioneros, ya que los animales de tiro han quedados pocos.

Tejeros.- Eran personas que se dedicaban a fabricar tejas y ladrillos. El lugar donde cocían el material y lo enfriaban se llamaba tejar. Este oficio lo desempeñaba un hombre al que llamaban “El Sordo Perea”. Tenía la alfarería en uno de los ojos ciegos del puente del Prado y vivía allí mismo.

Torneros de madera.- Era el obrero que trabajaba en el torno y tenía a su cargo el manejo del mismo, aunque en general todos los carpinteros usaban el torno. Uno de los más expertos torneros de Alcalá era conocido por “Diego el Tornero”, un auténtico artista en su género. Emigró a Cádiz y cuenta Romero Mejías que, en el Taller de Campe donde pidió trabajo, le exigieron una demostración de su oficio. Diego dijo: “Ponga a su mejor tornero que haga un trabajo; yo me coloco frente a él y hago el mismo trabajo pero al revés.” Al terminar el trabajo, Diego había conseguido una pieza idéntica ante el asombro de los profesionales. Otro gran tornero, José Herrera Otero, era un alcalaíno que emigró a Algeciras y hacía maravillas con el torno.

Tratantes.- Eran personas que se dedicaban a la compra y venta de ganado, de granos, de viviendas y, en general, a la trata de géneros. En aquella época había algunos muy célebres en Alcalá, casi todos de raza gitana. Era una habilidad para el tira y afloja entre el comprador y el vendedor. Al final, el tratante cortaba el trato con su palabra convenciendo a ambos de que se habían favorecido con la operación.

Veloneros.- Eran las personas que hacían o vendían velones. El velón era una lámpara metálica de aceite, compuesta de un depósito con uno o varios picos tubulares por los que pasa la mecha o torcida, provista de una pantalla de metal. Eran muy útiles en aquellos años. A Alcalá venían desde Lucena (Córdoba). Era una visita anual. Anunciaban su presencia unas planchas articuladas que lanzaban al aire unos sones monótonos que todo el mundo reconocía. Hasta los niños decíamos: “Ya está ahí el velonero”. Traía velones y una serie de figurillas y objetos de metal limpios y lustrosos como el oro.

Yeseros.- El yeso es sulfato de calcio hidratado; es decir, un derivado de la cal. Yesero, el hombre que trabaja el yeso. Yesería era la tienda o fábrica de yeso y las obras hechas de yeso. En Andalucía existen las mejores obras artísticas de yeso del arte musulmán. No recuerdo bien, pero tengo en la mente una calera cerca de la playa, otra en la calle de los pozos y quizás otra en la cuesta de la “Salá”. Para Romero Mejías, los caleros y yeseros más antiguos eran Pilón y los Hermanos Domínguez. Otro posterior fue un familiar de Pilón, al que decían “El Aceite”

Zapateros.- Eran las personas que tenían por objeto hacer o componer zapatos. A estos últimos se les llamaban zapatero de viejo o remendón. Zapatería era el taller donde se hacían o remendaban los zapatos, o la tienda donde se vendían zapatos hechos. Existían también las curtidurías, tiendas donde se vendían el material derivado de las pieles de animales para hacer zapatos. Antonio Mansilla, padre del jesuita Antonio y de mi amigo Manolo, tenía una curtiduría en el inicio de la calle Real. El sótano donde jugábamos siempre estaba atestado de pieles con un fuerte olor a los ácidos curativos. Zapaterías había muchas en Alcalá y eran lugares populares donde muchas personas iban a echar el rato con el maestro zapatero. Eran célebres las zapaterías de Alfonso Salcedo (“Alfojones”), la de Pedro Guerra, la del Maestro Márquez, la de “La Coja”, “La Gata” y muchos pequeños talleres de una o dos banquillas. La última de este tipo fue la de Currito Costilla “El Chiquito”.



JUAN LEIVA

El tiempo que hará...